Un Athletic indescifrable: prefiere un balón parado que un penalti

El Athletic Club afrontaba la jornada 28 de LALIGA enfrentándose al Sevilla FC en su feudo del Sánchez-Pizjuán. Tramo 'caliente'. Hora de la verdad a la que los leones llegan a tiempo situados en cuarta posición. Lugar de privilegio al alcance del único equipo que ha sido capaz de no perder de vista al trío que de salida se postula para la gloria. Entre dos aguas.

O entre el cielo y la tierra. Levitando. No es para menos. La Champions, ahí, a la vuelta de la esquina. Se trata de seguir firmes. Aguantar. Y cuando la plaza que otorga el privilegio, bien la que se acapara, u otra de mayor honor, la tenga el equipo a su alcance, pegar el arreón definitivo.

Momento para los grandes. Los aspirantes. Esas plantillas que han sido capaces de aguantarle el tirón al favoritismo con el que partieron. Cada Club, asumiendo la deuda con la que partió. El Athletic de Ernesto Valverde, ya entonces, y ahora, más aún, leyendo en el aire los sueños que dejó flotando, como a la espera. Desde el silencio, y su debido respeto, haciéndose eco de las promesas que le quedan por cumplir. Diez jornadas por delante. Cada partido, una final.

Llegaban los leones de darse una buena paliza ante los romanos del gentil Claudio Ranieri. Se dirá que "contra diez" jugaron los de Txingurri. Como si fuera ventaja para el local y hándicap para el visitante. Era Jose Iragorri', Hoss, el que sostenía que "El Athletic pierde cuando se queda en inferioridad, y no es capaz de someter a un rival con un jugador expulsado". Se le ganó a la Roma, sin embargo.

La excepción de una regla que no existe. Era una final. El pase a cuartos. Y las finales, como bien se dijo, no se juegan, se ganan. Me acuerdo de dos. Pérdidas. Amargas. Dolorosas. Aquella contra la Juve (1976 - 1977), y la de Bucarest. A ambas llegó un Athletic practicado un fútbol prodigioso.

Todos los caminos llegaban a Bilbao desde Roma. La victoria y ese papel que Ranieri le metió a Valverde en su bolsillo. Corto pero poético mensaje. Como el de Antonio Machado, "Esta noche en San Mamés; esta Catedral de mi infancia". La segunda final llegaría el domingo, con menos de tres días de descanso. No era buena 'plaza' la de Nervión. Demasiado vapuleo a través de la historia.

Y encima, a la fuerza ahorcan, Valverde estaba obligado a dar descanso para poder refrescar. Sólo Ernesto sabía hasta dónde podía pelearle la final a su 'amigo' Xavier García Pimienta. Como si le hubiera leído el planteamiento mientras se lo dictaba a sus jugadores. Demasiado fácil.

Un once de circunstancias. Obligadas. Sucedió, sin embargo, que, acaso por el viento, que soplaba con discreta intensidad, la pelota no tendía hacia ningún lado. Como si flotara. Y cuando pisaba césped, se escurría, evitando hasta las líneas de cal. Partido muy raro.

De esos que inducen al sueño. No era de noche, pero sí la hora de la siesta. Más ganas de comerme el bocadillo de cabeza de jabalí de la merienda que de tomar notas en un cuaderno de anillas que no tenia con el bolígrafo que se me había olvidado comprar.

El Athletic repite victoria en campo del Sevilla después de ganar también en la pasada temporada (0-2 en enero de 2024). El Athletic no ganaba dos partidos seguidos en el Sánchez-Pizjuán desde hace 60 años

Llegó el penalti. De repente. Ni esperado ni deseado. La confianza en Vesga me daba los motivos. Su golpeo con el empeine interior. Alto. Ajustado al palo. Así lo visualizaba cuando recordé Montilivi y las tres penas máximas que nos puso a huevo Pulido Santana. Como un niño que le da a un extraño el caramelo que le exige. Horroroso lanzamiento.

Podía pasar cualquier cosa, pero también ninguna. Intuía que la final del Pizjuán no la perdería el Athletic. Como si estuviera escrito en el aire del estadio y los aledaños de Nervión. Tuvo que ser Berenguer, como acostumbra el fino estilista de Barañáin, el que leyera el partido como nadie. El que lo interpretara con el balón de reglamento que puso en la cabeza de Yeray Álvarez. Fiero. Valiente. Colosal. Haciéndonos sonreír. Como 'El Jonan de Baraka'. Athletic. Vaya Semanita.

• Por Kuitxi Pérez García, periodista y exfutbolista