"Invito a la gente a que venga al estadio a tener optimismo, a estar fuertes, a creer que se puede. Y a los que no crean, que no vengan. Invito a los que quieran venir que crea que se puede". No lo dijo cualquiera, sino Diego Pablo Simeone. Y no fue este martes, ni esta semana, ni este mes. Ni siquiera este año. Fue allá por 2014, cuando el Atlético de Madrid se saltaba tres, quizás cuatro escalones en su escalada a la élite europea y en cuestión de una semana, se proclamaba campeón de Liga y subcampeón de la Champions League.
"Del subcampeón nadie se acuerda", decía Luis Aragonés. Ni de los que llegan a semifinales, ni siquiera de los que llegan a cuartos tras grandes proezas en las rondas anteriores. No es el caso del Atlético de Madrid, a quien Europa le debe una. O dos. Quizás incluso tres. Pero las batallas se ganan en el campo y en ese camino, la Juventus es el primer gran escollo del cuadro rojiblanco en esta edición de esa copa que parece maldita.
En aquel 2014 se logró una hazaña. Se dejó en el camino al Milan, al Barça y al Chelsea para plantarse en Lisboa. Un par de años después, el equipo blaugrana quedaba de nuevo en la cuneta y el Bayern sufría las diabluras de un Saúl Ñíguez que por entonces apenas era un niño. A eso apela ahora el Atlético, a aquellas grandes hazañas del Calderón que ahora quiere revivir en el Metropolitano. "Queremos despertar a un estadio extraordinario", dijo Simeone este martes. Ellos también jugarán y el técnico lo sabe.
Un técnico que, a todo esto, parece recuperar su equipo más sólido. Hombres, que no nombres, como tantas veces ha repetido el argentino. Juanfran recuperará el lateral derecho y Filipe Luis el izquierdo, aunque este último por obligación ante la baja de Lucas. Los demás están todos sanos, aunque en distintas condiciones. Koke no llega en plena forma pero apunta a la titularidad, mientras que Diego Costa esperará desde el banquillo su oportunidad observando a Morata, que buscará su primer gol (o el segundo, según se mire) con la camiseta rojiblanca.
El caso es que el partido se plantea como una final y hay motivos para ello. Llega la Juventus, destacado líder de la Serie A sin conocer aún la derrota y con una figura clave: Cristiano Ronaldo. El portugués ha llegado a Turín para seguir su idilio con la Champions y se medirá en su primera eliminatoria a un equipo que se le da especialmente bien, con más de 20 goles en 30 encuentros. Lo hará acompañado de Mandzukic y Dybala en ataque, aunque no de un Khedira que es baja por lesión de última hora.
Un cruce crucial para ambos, que saben que se juegan buena parte de que su temporada se considere éxito o fracaso. Nadie duda que es favorita la Juventus por el historial reciente que tiene tanto en su competición doméstica como en sus últimos duelos en la Champions, pero si algo le caracteriza al Atleti de Simeone es el hacerse más fuerte según crece el adversario. Ya lo vio el Bayern, ya lo comprobó en dos ocasiones el Barcelona.
Y ahora, toca hacer un nuevo ejercicio de fe ante la Juventus. Con más de 65.000 personas que apoyarán desde el inicio de forma incondicional y que esperan hacer del Metropolitano un gran Calderón. Rugiendo, cantando, saltando y sobre todo, intimidando a un rival casi inexpugnable. Toca confiar a un equipo que acostumbra a dejarlo todo en noches como esta. Toca creer. "Y quien no crea, que no venga".