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El fracaso de Diego Costa

Diego Costa se lamenta en un partido del Atlético (Foto: EFE).
Licenciado en CAV. En ElDesmarque desde 2016.

Define la RAE la palabra 'fracaso' como un "suceso lastimoso y funesto". Una "caída o ruina de algo con estrépito", un "resultado adverso". Cualquiera de estos adjetivos podrían servir para resumir la segunda etapa de Diego Costa en el Atlético de Madrid.

El delantero se convirtió en ídolo rojiblanco en 2013 y 2014. Aquel último año ganó la Liga, aunque su participación en los dos últimos partidos de la temporada rozó lo traumático. Se lesionó en el Camp Nou a los 10 minutos y fue sustituido; forzó para jugar la final de Lisboa una semana después y aguantó lo mismo, 10 minutos. Fue, en cualquier caso, el mejor año de su carrera: 36 goles en 56 partidos.

El precio Diego Costa, un delantero total

Unas cifras que llevaron al Chelsea a desembolsar 45 millones de euros para fichar a un Diego Costa que, por entonces, se convertía en uno de los delanteros referencia del panorama mundial. Potencia, garra, carácter, gol. Un delantero para bajar pelotas, con juego aéreo, para correr al espacio. A priori, lo tenía todo.

Diego Costa celebra con Koke su gol al Chelsea en la semifinal de la Champions de 2014.

Marcó 21 goles en su primer año con la camiseta del Chelsea. Sus cifras descendieron a 14 tantos en su segundo año, pero volvió a crecer un curso más tarde: 25 dianas para proclamarse campeón. Aún así, su relación con Antonio Conte estaba completamente rota y acabó pidiendo a gritos una salida. Quería volver a su casa. Quería volver al Atlético de Madrid.

Y volvió, con más intriga de la prevista. Tras un verano de quads, saltos por barrancos y fuegos artificiales, el Atlético de Madrid cerró el regreso de Diego Costa en septiembre de 2017, ya con el mercado cerrado y a cambio de una cantidad que oscilaba entre los 55 y los 60 millones de euros. El club rojiblanco tenía una sanción de la FIFA que no le permitía inscribir jugadores hasta enero de 2018, por lo que se dedicó únicamente a entrenar hasta que llegó dicho mes.

Exceso de lesiones en sólo dos años

Su irrupción ante el Lleida aquel 3 de enero de 2018 fue un presagio: marcó y se retiró tocado tras jugarse la vida en cada balón. Sus números también eran prometedores: tres goles en sus cuatro primeros partidos de aquella temporada, seis en los 12 primeros encuentros. Pero a partir de ahí empezó un calvario con las lesiones que sigue vigente.

Entre enero y abril de 2018 tuvo nada menos que cinco lesiones: una conmoción, dos problemas musculares, una lesión de tobillo y una lesión en el mulo. En total, 32 días de baja en aquel tramo final de la temporada 17/19. Lo peor estaba por venir.

A lo largo de la temporada pasada, Diego Costa sufrió seis lesiones diferentes que le tuvieron apartado de los terrenos de juego durante 132 días. Sin duda, lo más grave fue la operación del pie, que le tuvo fuera de combate durante dos meses y medio. Para colmo, el delantero fue expulsado en la jornada 31 en el Camp Nou y se perdió las siete últimas jornadas de una Liga en la que sólo anotó dos goles en 16 partidos.

Los números condenan a Diego Costa

No ha comenzado mucho mejor el hispano brasileño esta temporada. Una lesión inguinal le tuvo dos semanas fuera de combate en las primeras jornadas del curso tras una pretemporada prometedora que se quedó en eso, en buenas sensaciones. Nunca se vio en los partidos oficiales al Diego Costa de aquellos amistosos de verano, donde, entre otras cosas, marcó cuatro goles al Real Madrid.

Sólo ha anotado dos goles esta temporada, uno de ellos de penalti. Sólo ha marcado 14 tantos en 59 partidos desde que volvió al Atlético de Madrid. Entre ellos, eso sí, varios meritorios: dos al Real Madrid en la Supercopa de Europa, uno al Barcelona en LaLiga Santander, otro ante el Arsenal en semifinales de la Europa League.

Ahora, tras el último parte médico, Diego Costa podría estar entre tres y cinco meses de baja. Una lesión que confirma que su segunda etapa en el Atlético de Madrid, lejos de lo que prometía tras aquella irrupción en Lérida y los casi 60 millones de euros pagados, se acerca cada vez más a la palabra fracaso.

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