Una huella imborrable
Tras un sinfín de ofertas e innumerables equipos que preguntaron por él, este jueves se produjo, de manera oficial, el adiós de Álvaro García del Cádiz. El utrerano se marcha al Rayo Vallecano dejando una huella imborrable en la Tacita de Plata, que echará de menos su presencia sobre el verde de Carranza cada quince días. Llegó la hora de decirle adiós a un jugador que lo ha dado todo por el cadismo.
Corría el verano de 2015 cuando aterrizaba en Cádiz, procedente del Racing de Santander, un joven atacante con mucha, muchísima proyección. En el conjunto cántabro actuaba en calidad de cedido por el Granada, previo a su paso por el San Fernando y el Utrera, su hogar.
Con 22 añitos, Alvarito se enfundaba la camiseta de su nuevo club, sin que nadie imaginara las alegrías que vendrían de la mano del utrerano. Su primera temporada como amarillo fue en la categoría de bronce, pero desde ahí todos fueron buenos momentos.
Ese curso, sus siete dianas ayudaron a alcanzar el play off de ascenso, en el cual se erigió como uno de los protagonistas. Todavía con Claudio Barragán en el banquillo, su papel era de revulsivo, pero con la llegada de Álvaro Cervera, todo cambió.
Suyo fue uno de los goles ante el Racing de Ferrol en la primera eliminatoria pero, sin duda, el más recordado tuvo lugar en la segunda ronda, ante el Racing de Santander. Cogió el esférico en el centro del campo y, tras sortear a dos rivales, definió dentro del área para anotar. Era el momento de su explosión, que vendría acompañada del ansiado ascenso a Segunda división tras superar al Hércules en la final.
Primera temporada en Segunda
Todo hacía indicar que la temporada del regreso a la categoría de plata era de estabilización, pero no fue así. Fue el año del resurgir, de la ilusión del cadismo y del sueño de regresar a la élite. Y de todo ello tuvo buena parte de culpa Alvarito. El veloz extremo del Cádiz hacía las delicias de la afición, dejando golazos, jugadas, regates, victorias, alegrías y un sinfín de halagos.
Solo anotó cinco dianas esa temporada, en la cual el Cádiz cayó eliminado en la fase de ascenso ante el Tenerife. Los de Cervera continuarían en Segunda, pero habiendo ganado cosas muy importantes: experiencia y madurez.
Último año de amarillo
Esta pasada campaña arrancaba como todos esperaban, con un inspirado Álvaro, que se encontró más cómodo de cara a portería y por el que comenzaban a preguntar ya varios equipos.
Consiguió anotar diez goles y sus diabluras seguían sucediéndose en Carranza y en los diferentes rincones de la geografía española por donde paseaba el Cádiz. Pese a su buen hacer, los de Cervera se quedaron fuera de los puestos de play off en la última jornada en Granada, tras un año instalado en la zona noble de la tabla.
Antes incluso de que el mercado estival diera comienzo, su nombre ya estaba en la agenda de muchos equipos. Girona, Real Sociedad, Huesca, Espanyol, ofertas de Inglaterra, China, etc. Su nombre no ha parado de dar vueltas, hasta que se ha confirmó su fichaje por el Rayo Vallecano.
Su marcha deja dos cosas en el Cádiz y en la ciudad. Por un lado, una inyección económica importantísima para una entidad que lo necesita. Por otro, un vacío en la banda difícil de suplir. Muchos serán los jugadores y los nombres que ocuparán esa demarcación, pero la huella dejada por Álvaro García en el Cádiz será imposible de borrar.
El Cádiz y su fiel parroquia le desea la mayor de las suertes a ese pequeño correcaminos que llegó a Carranza, hace tres años, cargado de magia. Quien sabe si algún día volverán a verlo cabalgar por la banda vestido de amarillo.
