A cerrar el círculo en La Romareda: el Cádiz puede vengar la derrota más dolorosa
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El Cádiz demostró ante el Mirandés que ahora ya sabe sufrir para competir
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La noche del 0-4 ante el Zaragoza mostró lo que le esperaba al Cádiz esta campaña
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Ahora puede dar un salto en la tabla vengando lo sucedido el 16 de agosto
Sin solución de continuidad, el Cádiz ya está pensando en el partido del próximo domingo ante el Zaragoza (18:30). Los amarillos vienen de imponerse al Mirandés en un encuentro que ha confirmado que la línea de trabajo que lleva el equipo desde la llegada de Gaizka Garitano es la correcta para conseguir buenos resultados y querrá refrendarlo en La Romareda.
El equipo zaragocista trae pésimos recuerdos esta temporada a los cadistas. La noche del pasado 16 de agosto los maños le dieron un soberano repaso al Cádiz de Paco López, que recibió una bofetada de realidad en un estreno liguero que hizo mucho daño. Un 0-4 que mostraba la debilidad de un equipo que iba a pasarlo muy mal si no cambiaba radicalmente.
Han pasado muchas jornadas y es ahora cuando el Cádiz ha sido capaz de encontrar la senda que necesita para competir de verdad en esta categoría. Los aficionados cadistas salieron orgullosos de su equipo la noche de este lunes porque, más allá del resultado final, volvió a verse futbolistas comprometidos, que lo dieron todo incluso estando en inferioridad numérica y que ahora siguen un plan muy claro.
Un nuevo Cádiz
Y es que la llegada de Garitano, por encima de todo, le ha dado orden al equipo. El Cádiz de Paco López era un equipo sin alma que sólo en partidos concretos mostraba algo de solidez. Ahora los gaditanos se lo ponen complicado a cualquiera y, de hecho, todavía no conocen la derrota con su nuevo entrenador.
El domingo no podrá contar con el sancionado Diakité, que fue expulsado ante el Mirandés. Todo apunta a que su sustituto será San Emeterio, aunque en este equipo se está viendo que el único imprescindible es Ontiveros, el jugador diferencial de la actual plantilla. El domingo podrá vengarse de una derrota muy dolorosa para seguir huyendo de la zona de peligro.