Gustavo López se despedía del celtismo hace nueve años

El hoy comentarista deportivo, el argentino Gustavo López se despedía de la que había sido su camiseta, la celeste,  durante ocho campañas, era un 17 de junio de 2007 del que ya han pasado nueve años.

 
Vigo marcó para siempre al de Valentín Alsina, tras su paso por Independiente de Avellaneda, recaló en el Zaragoza formando con el Kily González una de las parejas de extremos más temidas de la Liga. Los maños pagaron por él 420 millones de pesetas, unos 2.5 millones de euros, convirtiéndose en el fichaje más caro de la historia del club aragonés. Tras tres campañas en Zaragoza el Celta se hace con sus servicios por una cantidad inferior, alrededor de 2.3 millones. En Vigo se convertiría en el dueño y señor del costado zurdo durante ocho temporadas disputando un total de 292 partidos.

El Cuervo López es el séptimo jugador en la historia del club olívico que más veces ha vestido la celeste, tal era su devoción por el equipo que una de sus hijas nacidas en Vigo acabó llamándose como la zamarra del equipo, Celeste. No todo fueron alegrías para Gustavo López, uno de los artífices del EuroCelta, ese equipo que a principios del milenio asombró con su juego por todo el continente, formando una tripleta de medias puntas de auténtico escándalo con los rusos Mostovoi y Karpin.

Sus últimas temporadas, afeadas por los descensos

El extremo vivió dos descensos en el tramo final de su carrera. Tras el año de Champions, la temporada 2003-2004, el Celta descendió y Gustavo fue de los pocos jugadores que se quedó en el equipo para devolverlo a Primera. Con Fernando Vázquez lo logró y el curso siguiente los vigueses volvieron a Europa siendo un recién ascendido batiendo, incluso el récord de puntos. Pero de nuevo la historia se volvía a repetir el curso 2006-2007 y el equipo descendía de nuevo. El descenso se consumó en Balaídos un 17 de junio de 2007, el Celta ganaba 2-1 al Getafe, pero no era suficiente, y Gustavo, que acababa de cumplir 34 años, quiso renovar un año más pero no llegó a un acuerdo con la directiva presidida por un novato Carlos Mouriño. Ese verano se fue al Cádiz donde terminó su carrera como futbolista.