Dennis se acuerda de Mohamed: "Tuvo los huevos para confiar en mí"

Una de las noticias positivas de la temporada en el Celta ha sido la irrupción de Dennis Eckert en el primer equipo celeste. El canterano debutó en la primera jornada de la presente temporada contra el Espanyol, cuando entró en el tiempo de descuento en detrimento de Maxi Gómez. Apenas tuvo tiempo de dejar su huella, pero aquél será siempre un partido que guardará en su retina.

"Me acuerdo de cuando debuté ante el Espanyol. Lo primero es que estaba muy nervioso, no podía esperar para entrar al campo. En ese momento, me dicen que voy a salir y son muchas emociones", explicaba Dennis sobre cómo vivió los instantes previos a su debut con el primer equipo en los micrófonos de beIN LaLiga Santander.

Un estreno que llegó de la mano de Antonio Mohamed, quien ya es pasado en el Celta. Sin embargo, el atacante siempre recordará con aprecio al técnico argentino: "Me dio la confianza y los minutos. Estoy feliz, el míster tiene los huevos para dejar jugar a un chico tan joven y confiar tanto en mí", comentaba.

Eso sí, con los pies en el suelo: "Creía que necesitaba jugar un año más con el filial. Pensaba que a lo mejor iba convocado alguna vez con el primer equipo, pero que no me imaginaba antes de la pretemporada que podía debutar en Primera", confesaba.

Pese a que ya son siete los partidos que suma en LaLiga Santander, Dennis sigue alucinando cada vez que pisa un terreno de juego: "Es algo increíble. El otro día en Valencia había más de 55.000 espectadores. Había mucho ruido, pero cuando estás dentro ni te fijas porque estás muy concentrado en hacer lo que más te gusta", expresaba.

Ahora, el joven se fija en el espejo de los pesos pesados de la plantilla celeste, con el objetivo de convertirse poco a poco en una pieza importante del equipo: "Jugadores como Iago Aspas Hugo Mallo o Sergio Álvarez son grandes ejemplos. Llevan jugando muchos años y saben lo que hacen. Siempre están ahí para ayudar.

Un enamorado de Galicia

Dennis nació en Bann, Alemania, pero cada verano viajaba hasta Tui, en la frontera entre Vigo y Portugal. Un lugar que conquistó su corazón, y que como él mismo contaba, en el que "siempre quise vivir". Un sueño, que "gracias al fútbol he conseguido", aunque no fue fácil: "Me costó desde un principio el castellano, pero desde el primer día, la gente me trató genial".

Su llegada al Celta, por contra, se gestó rápido: "Le dí el número de mi madre a Carlos Hugo -director de la cantera del club- y no tardó ni una semana en llamar para preguntarle si soy gallego, y por mi situación. Hay que tener un poco de suerte para conseguir los sueños", aseguraba.