Así vivió Fran Escribá la que fue su última batalla
Tras tres derrotas consecutivas que colocaron al Celta de Vigo en puestos de descenso Fran Escribá se jugaba su puesto de entrenador este domingo ante el Getafe CF. Todo lo que no supusiese sumar los tres puntos colocaba al técnico en una situación muy débil, al borde de la destitución tras protagonizar el peor arranque de las últimas décadas. Al final el Celta volvió a caer en un pésimo encuentro que así vivio Fran Escribá.
El Celta salía cohibido a esta trascendental cita, sin ser capaz de imponerse a un rival plagado de suplentes con un Escribá que empezaba el partido fuera del banquillo. Sin ser capaz de dominar el duelo, la cara del valenciano iba tornándose a medida que el Getafe se acercaba a la meta de Rubén Blanco y el Celta era incapaz de pasar de la medular.
Llegaba el tanto de Kenedy y Escribá cogía una botella de agua y la lanzaba con rabia al suelo maldiciendo su suerte y tal vez, porque era más que merecida, la de su equipo, un equipo que solo cometió una falta en los primeros 50 minutos de juego. Ya no era cuestión de resultados, de puntos, con ese juego, con el que estaba desplegando el Celta Escribá estaba sentenciado con total seguridad.
La grada de Balaídos, los 14.000 espectadores asistentes, no dudaron en mostrar al final de la primera mitad, su disconformidad por el penoso espectáculo que estaba ofreciendo su equipo. Los silbidos, cada vez más sonoros, se mezclaban con los gritos de apoyo y aliento al equipo mientras el técnico atravesaba el campo.
Agazapado en su banquillo, la intensa lluvia parecía el aliado perfecto para no estar todo el partido dando instrucciones, Escribá veía como pasaban los minutos sin que el Celta mostrase el más mínimo intento de reacción. Su cara era un funeral, nada le salía a los suyos que se estrellaban una y otra vez contra la muralla azulona.
El mismo técnico que en sala de prensa siempre sostuvo que la mala racha tiene solución y que el equipo saldrá adelante, era el mismo que en no daba con la tecla desde el banquillo. Se iba Denis entre sollozos, luego un indolente Lobotka también abandonaba el campo para dar entrada a Pape.
Escribá era consciente de que con el 0-1 era imposible mantenerse en el cargo y apostó por Iker Losada en lugar de Aidoo. Nada funcionó, el Celta ni siquiera generó peligro y en el minuto 95 Mateu Lahoz señaló el final del que será la última batalla de Escribá al frente del Celta de Vigo.
Ahora los pitos y los silbidos sí eran mayoritarios, el objetivo principal era un Fran Escribá que terminó la pasada temporada como el héroe, junto a Iago Aspas, y que ahora es señalado por muchos como el principal responsable de que el Celta esté en descenso tras 12 jornadas disputadas, con solo nueve puntos y seis goles a favor.