El celtismo vuelve a Balaídos: Nolito desea que lo que va a vivir el filial se repita con el Celta
El público volverá esta tarde de sábado a Balaídos. 1.000 aficionados podrán disfrutar del primer partido de la fase de ascenso a LaLiga SmartBank entre el Celta B y el Vallladolid Promesas. Más de un año después parte de las gradas del coliseo vigués acogerán a un reducido número de celtistas deseosos de volver a disfrutar del fútbol en vivo. 406 días después un millar de celtistas revivirán la experiencia de sentarse en su butaca y no en el sofá de su casa para ver un partido. La última vez que esto sucedió fue en un Celta-Leganés que decantó Iago Aspas con un solitario gol. Ese gol lo cantaron 19.335 espectadores, era el 22 de febrero de 2020, ahora serán muchos menos pero es el primer paso para regresar a la normalidad que el coronavirus ha arrebatado con sus mortales zarpazos.
Sobre la ausencia de público en Balaídos habló Nolito en Marca. El atacante del Celta reconoció que echa de menos al público en el estadio y aún entendiendo que las restricciones sanitarias están orientadas a reducir el número de contagios por coronavirus cree que un reducido número de espectadores sí podrían entrar al campo en cada jornada manteniendo la distancia de seguridad y cumpliendo un estricto protocolo.
"Es ahora cuando más se echa de menos a la gente", confesó Nolito. El sanluqueño apuntó a la posibilidad de alojar a un número reducido de aficionados: "Por lo menos podrían dejarnos meter a 3.000 o 4.000 personas, con distancias, para que hubiese algo de ambiente" recordando que los jugadores también están cumpliendo con las restricciones impuestas por la Consellería de Saúde y el Ministerio de Sanidad.
"Si hay que estar un tiempo sin quedar con algunos amigos o familiares, pues se hace", subrayó un Nolito que recordó que es el momento de reducir los contactos, mantener distancia social y usar mascarilla porque "el bicho está ahí, toca adaptarse y llevarlo". Y es que Nolito aseguró que no necesita más, que es feliz en el Celta y Vigo, que se siente "como un gallego más" y que solo espera el día de poder juntarse con su gente sin mascarillas y ver como sus hijas pueden volver a disfrutar de su vida sin distancia y mascarillas.