Un guión propio de Tarantino
Si a principios de temporada cualquier analista, periodista o aficionado al fútbol hubiese hablado de Divock Origi como uno de los grandes protagonistas de la Champions League este curso se habría reído. O habría bromeado por la razón de su protagonismo. Cualquier cosa menos imaginar que marcaría tres de los goles más importantes de la historia reciente del Liverpool.
Nadie lo podía creer. El equipo de Klopp necesitaba remontar un 3-0 recibido en el Camp Nou y llegaba a la cita sin Mohamed Salah, su gran hombre, ni Firmino, y con Origi como delantero titular. Era increíble, pero cierto.
En aquella noche mágica de Anfield, en aquella noche que tan marcado dejó al FC Barcelona de Leo Messi y Luis Suárez, apareció Origi. El delantero belga anotó dos tantos y metió a los suyos a la final del Wanda Metropolitano.
Pero la historia aún no había acabado.
Este sábado partió como suplente ante el Tottenham, vio desde el banquillo a un falto de ritmo Firmino y a la hora de encuentro saltó al verde. Lo mejor estaba por llegar.
Tras recoger un balón suelto en el área, Origi controló, miró al marco y con la fuerza de la suplencia, de ser secundario, de la ilusión de una grada y el ímpetu del eterno héroe inesperado, puso el segundo y definitivo tanto.
La historia es de los que menos lo esperan, el guión de esta película, propio de Tarantino más que de Klopp y compañía.
