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Todo es relativo en esta vida, eh. ¿Qué son 5 días? Para algunos nada, el tiempo para ver una serie con varias temporadas. Pero para muchos de nosotros puede ser una agonía, un tormento mirando cada poco rato el reloj... ¿Y entonces 37 años de espera qué serán? Maldito Einstein. Me preguntaba este fin de semana un amigo vasco afincado en Canarias por las dos finales que va disputar el Athletic en el mes de abril.
De entrada diré que las veo por separado. Son dos partidos y dos momentos distintos. El Athletic Club tiene que centrarse en ganar la de la Real Sociedad, y si lo hace llegaría con un fuerte subidón anímico a la del Barça, lo que le haría un rival muy peligroso para los de Ronald Koeman.
Justo lo que pasó en 1984 tras conseguir LaLiga una semana antes de medirse a los Maradona, Schuster y cía. Pese a casi ni entrenar entre fiestas y 'txuflas' el equipo de Javi Clemente afrontó aquella final con la moral por las nubes y batió al teórico favorito. Y este actual y renacido FC Barcelona de Leo Messi lo es de nuevo.
La final Athletic-Real la veo muy igualada, pero soy optimista...
Creo que el Athletic llega muy bien físicamente, aspecto clave, al máximo de motivación, con un sistema de juego que favorece sus fortalezas, un entrenador Top y con el factor experiencia a su favor tanto en el césped como en el banquillo.
Si bien la presión va de serie en cualquier final, espero que los de Marcelino sean capaces de manejarla mejor que una Real que no ha jugado un partido crucial por un título desde 1988. Están disfrutando el trámite previo con una ilusión tremenda. Normal. Lo hemos vivido aquí. Vean las recientes declaraciones de Monreal ("La final de Copa es el partido de nuestras vidas") u Oyarzabal ("Es el momento más importante de nuestras carreras").
Las cercanas experiencias acumuladas en esas finales de Copa, de Supercopa e incluso en la dolorosa de la UEFA Europa League de Bucarest ante el Atlético de Madrid deben de servir para algo. A ese factor de la memoria histórica, le sumo el poderío de la plantilla vizcaína y, para mi fundamental, la confianza en Marcelino García Toral.
Siempre he pensado, incluso en sus épocas de mayor cierre en Bilbao, que el técnico de Careñes tiene un toque especial para este tipo de torneos del KO. Es un motivador nato. Lo demostró en La Cartuja, antes en el Racing y en Valencia aún lloran por su marcha.
Tengo la completa sensación de que la noticia de su nombramiento a primeros de enero, curiosamente tras la victoria de Gaizka Garitano ante el Elche CF, fue recibida en Donostia como una inspección sorpresa de Hacienda. 'Marce' genera mucho respeto profesional en los rivales, incluso en los más enconados contra su figura, como el propio Winston Churchill se lo tenía a Erwin Rommel.