Lucas Pérez rescata al Deportivo en su peor momento
El Deportivo venció por 2-0 el derbi ante el Celta de Vigo B gracias a un gol de Lucas Pérez que desatascó un encuentro marcado por la polémica expulsión de Medrano. El de Monelos, enfermo durante la semana y con solo un entrenamiento, reapareció a tiempo para salvar a su equipo en el momento más complicado de la temporada. Un penalti provocado por Svensson permitió a Quiles ampliar la ventaja ante el cuadro vigués, que jugó bien con once, pero no pudo resistir con diez.
Lucas Pérez rompió la monotonía en un Riazor que vibró de principio a fin con los suyos. No fue el espectáculo esperado, pues solo la expulsión de Medrano por doble amarilla al filo del descanso cambió un partido que estaba siendo todo lo opuesto a la fiesta de la grada.
El delantero coruñés adelantó a los herculinos con un disparo perfecto desde la frontal en el minuto 67. Hasta el momento, solo un palo de Pablo Martínez habían inquietado la portería rival. Svensson aprovechó un pase magistral de Mario Soriano para forzar el error del cancerbero visitante y provocar un penalti que transformó Alberto Quiles.
Un derbi siempre es especial
No era un domingo cualquiera. Ninguno lo es en Riazor. Pero este se sentía diferente. Tal vez era el sol radiante que había imprimido una estampa perfecta del estadio herculino. O quizás que, cinco horas antes del partido, los aledaños empezaban a teñirse de blanquiazul. Era un día de derbi. Aunque delante estuviese el filial del Celta y no el primer equipo. Y eso, la afición deportivista, que montó una auténtica fiesta antes de O Noso Derbi, lo sabía bien.
También tenía consciencia de ello Óscar Cano, sabedor de que una derrota podía poner punto y final a sus días en el banquillo herculino y una victoria acercarse de nuevo a un Alcorcón que se había dejado puntos. Por eso el técnico nazarí apostó por su once de confianza, con la inclusión de Villares en lugar del sancionado Olabe.
Un primer tiempo sin ritmo agitado por el colegiado
Cánticos, fiesta y mucha sarna. Un estadio entregado contra un rincón que venía con ganas de pasarlo muy bien. La fiesta estaba instalada en la grada, aunque en el campo el ambiente era lo opuesto. El colorido del fútbol lo pusieron los hinchas mientras ambos cuadros gallegos, sabedores de las virtudes de cada uno, medían fuerzas sin asumir riesgos.
Diez minutos tardó el técnico nazarí en tocar su propio once y adelantar a Villares. Para agitar, aunque no lo logró. Quiles se acercaba y Lucas deambulaba en busca de socios, pero las posesiones eran lentas y estériles. Pasaron 31 minutos hasta ver el primer disparo. Nada que agitase una coctelera que removió de manera inesperada Pérez Hernández.
El colegiado madrileño se coló en la fiesta gallega como protagonista inesperado. En el minuto 41 sancionó una entrada de Medrano con amarilla y la salvedad de que era la segunda. Demasiado riguroso dejar a un equipo con uno menos por dos entradas como las que le costaron al lateral zurdo la expulsión. Logró, con su acto, cambiar un partido que era todo lo opuesto a la grada. Demasiado corsé y miedo. Al descanso casi sin darse cuenta ninguno de los dos equipos de lo diferente que era aquel día.
Asedio del Deportivo tras el descanso
Todo lo que le costó al Deportivo proponer en la primera parte se acumuló en la segunda. Con uno más el fútbol es más sencillo y el Deportivo rápidamente trató de buscar ese gol que obligase al Celta B a salir de su área, sabedor que un empate con uno menos y en casa del eterno rival sería un botín inmenso. Otro triunfo para los vigueses.
Pablo Martínez fue el primero en generar el uy en un Riazor que vibraba, cantaba y pedía a los suyos un gol, Deportivo marca un gol. El francés, a la salida de un córner, cabeceó un impoluto centro de Rubén Díez que repelió el poste. Villares, que pasaba por ahí, estuvo a punto de cazar el rebote. Sin éxito.
Siempre Lucas Pérez
Había estado enfermo durante la semana, no había podido entrenarse hasta el sábado. Pero siempre Lucas Pérez al rescate. Cuando más necesitaba su equipo que apareciese. Cuando más le reclamaba la grada. Ahí apareció el héroe coruñés. El '7' lleva a la espalda y siete goles en liga. Tenía que ser ante el Celta B y para romper una racha de tres partidos seguidos sin ganar, la peor desde su regreso. El de Monelos recogió un rebote a los 67 minutos de partido en la frontal. Levantó la cabeza, apuntó y sacó un disparo raso inapelable. Estalló Riazor.
Poco después, apenas 10' tras su tanto, Max Svensson aprovecharía un pase magistral de Mario Soriano para forzar el error de Sánchez y provocar un penalti que serviría para poner el definitivo 2-0. No sería él, sino Quiles, lanzador habitual quien lo convertiría para sentenciar un partido en el que los celestes no pudieron reaccionar.
Fiesta en Riazor. No sucedió mucho más tras el 2-0. Una victoria balsámica para los herculinos, que recortan al Alcorcón y se sitúan a tres, vuelven a la senda de la victoria y se llevan un match ball vital para Óscar Cano.
Ficha técnica
Once del Deportivo: Mackay; Antoñito, Pepe Sánchez, Pablo Martínez, Lebedenko; Rubén Díez (Bergantiños, min. 81), Villares, Isi Gómez (Svensson, min. 63); Quiles (Peke, min. 86), Lucas Pérez y Mario Soriano (Saverio, min. 86).
Once del Celta B: Christian Joel; Carrique, Javi Domínguez, Carlos Domínguez, Gael Alonso (Lucas, min. 79), Fernando Medrano; Calderón (San Bartolomé, min. 46), Hugo Sotelo (Damián, min. 59); Raúl Blanco (Durán, min. 46), Lauti (Manu Garrido, min. 63) y Hugo Álvarez.
Árbitro: Manuel Ángel Pérez Hernández (Comité madrileño). Expulsó por doble amarilla a Medrano, del Celta B. También amonestó con tarjeta amarilla al jugador local Antoñito, y al visitantes Hugo Sotelo.
Goles: 1-0 Lucas Pérez (min. 67). 2-0 Quiles, de penalti (min. 78)
Estadio: Riazor (25.135 espectadores)