Las lágrimas del mago Modric
Literal o metafóricamente, 529 de los 552 jugadores que participan en la Eurocopa se van llorando. Quizá incluso más, pues alguno de los 23 futbolistas que se proclamen campeones el próximo domingo en París dejará escapar lágrima de emoción. No será Luka Modric, que anoche agotó su cuota de sollozos.
Javier Albisu
Por la relevancia del individuo o las circunstancias que le rodean, hay llantos que resultan particularmente contagiosos. Es el caso de Modric, el director de orquesta de Croacia que anoche, tras un insulso partido contra Portugal, terminó buscando consuelo en Cristiano Rolando, cómplice en el Real Madrid y verdugo en Francia.
Ni Ronaldo ni Modric hicieron un partido a la altura del talento que se les conoce, pero la fortuna anoche sonrió con acento portugués. El mago croata terminó llorando y el goleador luso le prestó su hombro como pañuelo mientras miraba de reojo a Polonia, su contrincante en octavos el próximo jueves en Marsella.
Motivos no le faltaban al de Zadar. Tras coronarse haberse coronado campeón de la Liga de Campeones con la camiseta merengue en una campaña en la que se consagró como una de las piezas claves del equipo madridista, se despide de una Eurocopa que legítimamente le invitaba a soñar.
Primero porque, a los 30 años, llegaba a Francia con la edad óptima para dejar huella, acompasando el juego de los croatas, una selección con alfiles como Subasic, Rakitic, Kovacic o Mandzukic, y con el plus de confianza que supone saberse campeón de Europa, de clubes.
Después, porque en el estreno de su equipo en la fase de grupos contra Turquía, Modric firmó un excelso tanto de volea que colocó en el fondo de la portería de Babacan y dio la victoria a los suyos.
Y por último, porque incluso sin el centrocampista del Real Madrid en el terreno de juego, tocado físicamente, la selección croata logró vencer en el último encuentro de la fase de grupos a España, la vigente campeona de Europa, y lograr así el primer puesto de la clasificación.
Pero los sueños, sueños son. Y ante una selección, la portuguesa, en principio menos sólida que la española, y con el "diez" croata de nuevo en el campo, los de Ante Cacic perdieron el favor de Morfeo.
Modric se sumó a la lista de estrellas que deja la Eurocopa sin premio, como el sueco Zlatan Ibrahimovic, el polaco Robert Lewandowski o el turco Arda Turan.
El jugador con cara de niño despistado se secaba las lágrimas con la camiseta mientras Rolando le abrazaba.
Pepe, central portugués, hombre del partido y compañero de Modric en el Real Madrid, también se acercó a dar ánimos al derrumbado futbolista croata, tras 120 minutos de poco fútbol donde el pase a cuartos de final lo decidió un gol de Cuaresma.
También con los ojos húmedos, Pjaca, otro de los que decían "au revoir" al campeonato de Francia, resumió ante la prensa lo que las lacrimógenas imágenes ya habían certificado sobre el césped tras el 1-0 que desintegró a los croatas.
"Fuimos mejores durante todo el partido, dominamos. Realmente lo lamentamos, ahora todos estamos tristes", dijo el lateral del Dinamo de Zagreb, capital del único país balcánico de la Eurocopa.
Pjaca, que tiene 21 años y ha hechizado a Liverpool y Milán, sabe que estará en la Eurocopa de 2020, la primera con sede en trece países. Pero a Modric, que saltó al estrellato en la Eurocopa de 2012, con 26 años y que para la próxima andará cerca de los 35 años, le costará más imaginarse la final de Londres 2020. Quizá por eso tarde más que nadie en secarse las lágrimas.