La historia de las finales de la Eurocopa en cinco anécdotas
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El título de campeón de la Eurocopa de 2016 se disputará entre Portugal y Francia en la que será una final cargada de emoción. Pero a lo largo de la historia las finales nos han dejado momentos de todo tipo.
1 - El árbitro que se tragó el silbato
El trofeo que levantarán este domingo Cristiano Ronaldo o Hugo Llorís, capitanes de Portugal y Francia, lleva el nombre de Henry Delaunay.
Presidente de la Federación Francesa, primer secretario general de la UEFA, el trofeo Henry Delaunay honra al inspirador de la competición, un hombre de fútbol con una curiosa biografía.
Tras una pobre carrera como jugador, en el incipiente fútbol francés, Delaunay se hizo árbitro. Hasta que durante un encuentro como otro cualquiera, se situó en el lugar menos adecuado tras señalar un golpe franco. No ha trascendido quién lanzó la falta con tanta potencia como escaso acierto, de tal modo que el balón impactó en la cara del árbitro. De acuerdo a su biografía, Delaunay perdió dos dientes y se tragó el silbato, un hecho suficientemente traumático para distanciarse del terreno de juego y pasar a los despachos. Desde ahí, expondría su idea en 1927, un torneo que tomaría forma definitiva en 1960, cinco años después de su muerte.
2.- 70.000 pendientes de una moneda
El único título europeo que tienen los italianos se vio favorecido por el azar. No fue que el rival disparase al poste o marcase de rebote. Italia llegó a la final en 1968 gracias al lanzamiento de una moneda.
Tras empatar sin goles frente a la Unión Soviética, los capitanes de ambos conjuntos, Giacinto Facchetti y Albert Shestenov, acompañaron al árbitro alemán Kurt Tschenscher a los vestuarios. Allí se lanzó una moneda que cayó del lado elegido por Facchetti. Mientras, en las gradas del estadio Sao Paolo de Turín, no se había movido nadie. Los saltos de alegría de Facchetti, al llegar al terreno de juego, dio la pista a los aficionados de que su selección estaba en la final.
En la final, Italia volvió a empatar (1-1 contra Yugoslavia), pero ya no hubo moneda al aire. Dos días después, se repitió el partido en el Olímpico de Roma, arbitrado por el español Ortiz de Mendíbil, e Italia venció por 2-0.
3.- Campeones sin corona
La Eurocopa de 1976, recordada históricamente por el penalti lanzado por Antonin Panenka, figura en el palmarés de la República Checa cuando en realidad la que más contribuyó al triunfo fue Eslovaquia.
Del once titular que se enfrentó a Alemania, tan sólo el portero Ivo Viktor, Panenka y el delantero Zdenek Nehoda eran checos pero cuando se produjo la escisión de Checoslovaquia, fue la República Checa la que engrosó su palmarés.
4.- Goles de oro y plata
El gol de oro fue introducido por la FIFA con la idea de dotar de más aliciente a las prórrogas, que no fuesen una transición hacia los penaltis porque la recompensa era enorme. Pero logró lo contrario, los equipos se volvían más defensivos por temor a perder.
Dos Eurocopas, sin embargo, se resolvieron de esa forma. La primera la conquistó Alemania contra Chequia gracias a Oliver Bierhoff, que entró como suplente, logró el gol del empate y marcó a los seis minutos del comienzo de la prórroga el tanto de la victoria.
Cuatro años después, fue el franco-argentino David Trezeguet, el que resolvió la final con un gol en el 113 que le dio el título a Francia frente a Italia (2-1).
Sin acabar de convencer, el gol de oro fue sustituido por el de plata, que permitía terminar el periodo de la prórroga en el que se había producido el tanto. Un invento más fugaz aún. El último gol de plata lo consiguió Traianos Dellas, en la Eurocopa de 2004, y dio el pase a la final de Lisboa a la sorprendente selección griega, que acabaría imponiéndose también a Portugal.
5.- La Eurocopa "ganada" por Arconada
Al español Luis Miguel Arconada se le recuerda, sobre todo, por su error en la final de 1984 que abrió el camino del título a Francia.
Arconada, artífice de la clasificación de la selección española a una final veinte años después del título logrado en Madrid, no pudo retener en la final un golpe franco lanzado por Michel Platini. Se le escapó entre los brazos y el cuerpo, cuando parecía que ya había agarrado el balón. Un error que le ha acompañado siempre.
Veintiocho años después, en Viena, obtuvo el reconocimiento que merecía su trayectoria. Primero, Michel Platini, convertido ya en presidente de la UEFA, le invitó a la final que iba a disputar el equipo de Luis Aragonés frente a Alemania. "Pensé, mientras me afeitaba, que era una forma de reconocerle lo que hizo", señaló en la rueda de prensa de resumen del torneo.
Arconada no salía de su asombro ante la llamada de la UEFA y al principio pensó que era una broma, pero más sorprendido se mostró aún cuando desde el palco vio que Andrés Palop, el tercer portero de aquella selección, se enfundaba una camiseta suya de la selección.
Palop, admirador de Arconada desde niño, sabía que un amigo periodista sevillano suyo que tenía una camiseta del portero donostiarra. Tras ganar la semifinal, le llamó y le pidió que se la llevase al hotel porque se la iba a poner si ganaban. Así, el gol de Fernando Torres, el que inició el ciclo glorioso del fútbol español, permitió que Arconada levantase el trofeo, 28 años después, por medio de las manos de Palop.