El descarte de Osumane Dembélé por parte de Ernesto Valverde el pasado sábado no fue casualidad. El técnico extremeño tomó la decisión después de haberla meditado largo y tendido.
A diferencia de lo que ocurrió el curso pasado, en el que ganó la partida a Phillippe Coutinho, este curso no está dando la talla en el ataque azulgrana.
El futbolista sigue padeciendo lesiones periódicas, fruto de la vida que sigue llevando fuera del club. No es de los que suele salir de fiesta hasta cerrar locales, como sí hacen otros miembros del equipo azulgrana, pero se conoce que no ha perdido ni un atisbo de su pasión por los videojuegos. Algo que que desemboca en una mala alimentación y en no dormir y descansar el tiempo requerido para un jugador de la élite. Y a pesar de que el club ha intentado enderezarlo, el jugador sigue a lo suyo.
Algo que, además, le tiene desconectado del fútbol y más preocupado por ocupar sus horas cuando sale de los entrenamientos.
Pero hay algo más. Los pesos pesados le han dado más de un voto de confianza al delantero francés. Cuando han salido a la luz informaciones negativas se han justificado señalando que era un jugador joven y que tenía que madurar. Pero la paciencia de los pesos pesados hace tiempo que está bajo mínimos.
Leo Messi, Suárez, Piqué y compañía han perdido toda confianza en el delantero francés. Los delanteros siguen sin entenderse con él, y tampoco es que Ousmane esté realizando un esfuerzo por que así sea. No hay feeling entre Dembélé y los cracks. Y tras la decisión de Valverde de dejarlo fuera contra el Levante, queda claro que se acabaron las concesiones con el galo. O espabila o formará parte de las próximas ventanas de mercado.