El lateral del FC Barcelona Junior Firpo reconoció que los primeros seis meses como azulgrana “no han sido muy fáciles” y confía en “demostrar” el jugador que es cuando regrese la competición, parada por la pandemia de la COVID-19.
En una vídeo llamada desde su casa emitida por los canales digitales del club azulgrana, el jugador hispano-dominicano, que el pasado verano fichó por el Barça procedente del Betis, opinó que “todo cambio cuesta un poco”.
“He llegado a un club nuevo, a una ciudad nueva y a un club grande. Estoy en el periodo de adaptación para que luego todo vaya mejor. Quiero volver a jugar y poder demostrar el jugador que soy, que creo que no se ha visto”, precisó.
No obstante, el zaguero, de 23 años, destacó que el vestuario azulgrana “es sano” y reconoció que se esperaba un ambiente distinto.
“Con estos jugadores, que son tan buenos y han ganado tanto, me esperaba una cosa distinta a la que encontré. Intentan que el ambiente sea bueno”, puntualizó.
En los primeros meses en el vestuario azulgrana, Junior ha conectado especialmente con Ansu Fati -“los dos somos jóvenes y nos gusta bailar”, desveló-, mientras que señaló que el chileno Arturo Vidal es el compañero que más le ha sorprendido.
“Arturo Vidal era todo lo contrario a lo que pensaba. Le ves con cresta y tatuajes, pero es un cacho de pan, muy buena persona y siempre intenta hacer reír a los compañeros”, afirmó.
Junior está viviendo el confinamiento por el COVID-19, que calificó de “aburrido”, junto a su mujer y su hija, con las que comparte una rutina diaria que empieza con el entrenamiento diseñado por los preparadores físicos del primer equipo.
“Por la mañana me despierta mi hija y después hago el entrenamiento todas las mañanas. Por la tarde juego a videojuegos, como el Fortnite y el FIFA, y después vuelvo a jugar con la niña y vemos una película”, explicó.
Durante el confinamiento, Junior también se ha atrevido a cocinar una paella de marisco, una tarta de zanahoria y unas torrijas, mientras espera que la situación mejore.
“Es un poco raro. Donde yo vivo es muy tranquilo, pero salía el sábado y el paseo marítimo estaba lleno de gente. Ahora lo ves totalmente vacío, es impactante”, zanjó.