La solución de José Bordalás para la medular casi roza el éxito ante el Real Madrid
José Bordalás se enfrentó a un reto mayúsculo en el Santiago Bernabéu. Ante el Real Madrid, dirigió su partido número 16 en un estadio los tres clubes 'top' de LaLiga. Nunca conoció la victoria -solo arrancó un empate en el Camp Nou en el curso 2017/18- y su renta de puntos era deprimente: uno de 45 posibles. Para el técnico alicantino era casi una obligación intentar quitarse el sambenito de entrenador débil ante los grandes.
Djené fue un muro para el Real Madrid
Afrontó el reto con una idea "made in Bordalás" que ya usó con éxito hace un lustro. Sorprendió a todos y nadie acertó su once tras ubicar a Djené Dakonam, un zaguero de músculo, en el centro del campo para acompañar a Maksimovic. Con esa táctica triunfó en el Ramón Sánchez Pizjuán en 2018, cuando ganó 0-2 al Sevilla con el togolés de mediocentro.
La apuesta de Bordalás estaba fundada en la ausencia del uruguayo Mauro Arambarri, uno de sus grandes pilares en su primera etapa en el club azulón. El jugador charrúa es igual o más combativo que Djené, pero con su tobillo derecho maltrecho fue reservado para el duelo clave que jugará el Getafe frente al Elche la próxima jornada.
Sin embargo, Bordalás pudo apostar por jugadores más creativos que sentó en el banquillo. Las opciones más naturales para ocupar el hueco de Arambarri eran Luis Milla y Gonzalo Villar, dos nombres con cualidades más técnicas y con mucha más salida de la pelota que Djené. Incluso un producto de la cantera como Ángel Algobia, otro mediocentro de contención, inició el duelo en el banquillo.
El experimento funcionó a la perfección durante los primeros 45 minutos con un dato desolador para el Real Madrid: el primer jugador que tocó la pelota dentro del área de David Soria fue Dani Ceballos en el minuto 42. Hasta ese instante, ni un solo jugador blanco fue capaz de acariciar el balón para intimidar al guardameta del Getafe.
Los hombres de Carlo Ancelotti sucumbieron a la presión alta de sus rivales, que además tiraron la línea defensiva muy arriba, cerca del centro del campo, para provocar constantes fueras de juegos en las filas madridistas. Al final, durante todo el primer acto, Bordalás desesperó a su admirado Ancelotti, con quien se fundió en un amistoso abrazo antes del inicio del duelo.
La defensa azulona aguantó 70 minutos
El técnico italiano reaccionó en el descanso y del vestuario no regresó Ferland Mendy. Apareció Toni Kroos sobre el césped y a falta de media hora sacó a Mariano, Vinícius y Modric. Tenía que agitar su once, algo no marchaba y decidió usar a parte de su núcleo duro que tenía reservado para el choque frente al Manchester City.
Bordalás reaccionó con más defensas. Quitó a sus dos delanteros, Jaime Mata y Borja Mayoral y a su extremo más ofensivo, Portu. Entraron Angileri y Algobia, un lateral y un medio de contención, además de Munir, que ejerció como único atacante. Entonces, Djené abandonó el centro del campo. El técnico del Getafe colocó a cuatro laterales sobre el terreno de juego para frenar las últimas acometidas blancas.
No lo consiguió. Paradójicamente, el hombre sorpresa que acabó con cualquier iniciativa del Real Madrid, no estaba donde siempre estuvo. Djené, desplazado al lateral derecho, fue una escoba en el balcón del área durante todo el tiempo que jugó de mediocentro. Y, cuando se fue, apareció Marco Asensio para soltar con total libertad un latigazo imparable para Soria.
Al final, Bordalás murió en la orilla del éxito. Arriesgó con Djené y triunfó mientras el togolés jugó fuera de su hábitat natural. En cuanto regresó a la defensa, el Getafe se vino abajo y no se recuperó jamás. La pizarra del técnico alicantino funcionó 70 minutos para sumar otro duelo perdido en un escenario de nivel: entre el Camp Nou, el Cívitas Metropolitano y el Bernabéu, suma 15 derrotas de 16 posibles. Esa la asignatura pendiente de Bordalás.
