La irrupción el año pasado, no por sigilosa menos trascendente, del juvenil tinerfeño Pedro González, más conocido como Pedri, llevó a que prestigiosos clubes europeos pusieran sus ojos en un adolescente con un talento precoz incuestionable, pese a no contar con experiencia alguna, alejado del folclore que rodea al fútbol profesional.
El FC Barcelona fue el que logró hacerse con la joya canaria tras un acuerdo con la UD Las Palmas, que anduvo tan rápida para firmarle un contrato profesional -el primero en sus 70 años de historia a un jugador juvenil-, y formalizar el posterior traspaso, como cuando captó al atacante desde el modesto Juventud Laguna, tras ser descartado por el CD Tenerife, su eterno rival.
Con anterioridad, Pedri había viajado a la capital de España para realizar una prueba con el Real Madrid, pero un temporal de nieve impidió que pudiera demostrar sus cualidades. Caprichos de la meteorología. Tras incorporarse a la UD Las Palmas, el club pretendió alejar del escaparate nacional e internacional a su perla más valiosa, pero el verano pasado se vio obligado a abrir el joyero y venderla.
Pedri, al que se compara con Andrés Iniesta -por quien profesa admiración-, exponía todo su repertorio con los juveniles amarillos pero quedaba libre en junio de 2019, y sus representantes manejaban ofertas de otros clubes, inalcanzables para Las Palmas. Fue entonces cuando la entidad isleña urdió un plan para que todas las partes sacaran rédito.
El club logró convencer al entorno del jugador para que firmase un contrato por cinco temporadas y 30 millones de euros de cláusula de rescisión, con la promesa de venderlo de forma inmediata a uno de los grandes clubes que lo pretendían.
Y es que el nombre de Pedri figuraba en las libretas de seda de los directores deportivos de poderosos equipos de España, Inglaterra, Italia, Alemania y Portugal, que no disimularon su interés por fichar a un jugador al que el talento se le caía de los bolsillos, con una conducción del balón, cambios de ritmo y visión de juego impropios en un chico de su edad.
El acuerdo final con el Barcelona se formalizó por una cantidad fija de cinco millones de euros, aunque el jugador seguiría en la Unión Deportiva en LaLiga SmartBank y la posibilidad de estar cedido una campaña más, la venidera 2020-2021, para completar su periodo de formación. Un buen negocio -económico y deportivo- para Las Palmas.
El club aseguró entonces que el montante total de la operación se elevaría a unos 25 millones de euros siempre que se fuesen cumpliendo las muchas variables estipuladas en el contrato, como percibir un 15 por ciento de una futura venta, o cantidades por convocatorias en distintas categorías de la selección española o del propio Barcelona.
Su puesta en escena en la Segunda División -donde enseguida se asoció con Jonathan Viera y donde ha competido ante algunos rivales que le doblan en edad-, así como la posterior aparición en el ámbito internacional con el Mundial sub'17 de Qatar confirmaron que todas las sospechas eran fundadas: es un futbolista diferente.
Su reciente convocatoria para la selección española sub'19 -el jugador cumplió 17 años el pasado mes de noviembre- no hace sino confirmar que el exitoso futuro que todos le auguran tampoco ha pasado desapercibido para la Real Federación Española de Fútbol.
Pepe Mel, entrenador de la UD Las Palmas, advirtió el pasado verano del potencial del jugador y lo dejó claro desde los primeros días de la pretemporada: "Ya os digo que pocos partidos, o ninguno, va a jugar con el filial", aseguró entonces a los periodistas.
Pocas semanas después, el veterano preparador madrileño, curtido en mil batallas, fue mucho más allá en su siguiente predicción: "Pedri va a marcar una época en el fútbol español". Una contundente y arriesgada afirmación, compartida por quienes conocen al jugador, no solo basada en sus indudables condiciones, sino en la humildad y madurez que destila con su comportamiento diario.
Protegido por el club incluso del foco mediático -no concedió su primera rueda de prensa hasta el 30 de diciembre pasado-, el futbolista reveló cuál había sido el mejor consejo recibido desde su entorno familiar: "Cuando se pierde la cabeza, ya no queda jugador".
Si lo sigue a pies juntillas, como ha demostrado hasta ahora, el brillante futuro que le aguarda está en sus manos, porque para ello solo necesitará ponerse las botas.