El Málaga se lleva un sopapo
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Salió el Málaga como acostumbra en casa. La Rosaleda es su templo y se siente tan cómodo en él como usted y yo lo estaríamos en nuestro hogar con la bata y las babuchas puestas tras una interminable jornada de trabajo. Poco antes del cuarto de hora ratificó su dominio sobre una timorata Real Sociedad con un gol marca de la casa: quiebra Amrabat, que ve a Samu a su derecha y éste regala a Juanmi un caramelo en forma de centro medido que tras cabezazo acaba en las redes de Rulli. Lástima que la diana no subiera al marcador por un fuera de juego que esta vez sí era. Tampoco contó como gol un remate de Amrabat en el área pequeña porque Del Cerro Grande había señalado falta. Esto sí resultó dudoso. El marroquí, raro en él, ni protestó.
Minutos antes había lanzado avisos al Málaga por medio de Darder, cuyo disparo lejano se marchó lejano, y Juanmi, pero su control en el área tras bola colgada de Amrabat fue abortado con celeridad. El fútbol de ataque del Málaga, con Amrabat barriendo todas las posiciones ofensivas, Samu en plan torero y Castillejo en modo correcaminos, fue indetectable durante un buen rato. Cuando el Málaga se vuelve líquido arriba pocas veces los rivales resisten. Son demasiadas las rendijas que tapar cuando hay maremoto blanquiazul. Juanmi, quizá por el cansancio mental y físico debido al trajín de la selección, fue el más errático.
El tirón malaguista duró el tiempo que la Real Sociedad necesitó para darse cuenta del latifundio existente a la espalda de Boka. Por ahí llegaron sus primeras incursiones, guiadas por Chory Castro. El cuadro de David Moyes se estiró y se sacudió momentáneamente la superioridad local. Una de las acometidas de la Real pudo terminar en tragicomedia porque el trencilla madrileño no determinó que Agirretxe, a medio segundo de rematar solo, estaba en posición incorrecta. El Málaga respondió con remates de tacón de Juanmi y Samu que incomprensiblemente no se tradujeron en tantos.
El guión se mantuvo inalterable. El Málaga mandando y la Real esperando. Como inalterable se muestra Kameni si ve conveniente regatear en su área a un delantero rival. Si sufrió el Málaga fue porque la Real se topó con varios regalos del conjunto de Gracia. El primero fue un despeje de Sergio Sánchez que se estrelló desafortunadamente en la espalda de Recio. El balón cayó en los pies de Granero, que casi la manda a saque de banda. Recio, poco antes del descanso, no atinó a despejar, la recogió Chory y menos mal que Kameni apareció para arreglar el lío que casi forma.
Pero las cosas del fútbol: de casi regalar un gol a marcar el primero. Fue Recio quien abrió la espita tras cabecear un centro perfecto de Castillejo a balón parado. El origen del 1-0 fue una falta sobre a Amrabat, que por momentos recordó su versión indomable. Lo que es el fútbol, en definitiva, que concede oportunidades a quienes parecen ya olvidados. Amrabat, sin embargo, dijo que ahí está él. Como aquí estoy yo lleva gritando Kameni desde que empezó el curso. El camerunés atajó un contragolpe de tres hombres de la Real contra dos del Málaga. Nuevamente, el fútbol.
La película de la primera parte continuó en la segunda y si la Real no recibió más goles fue por el poco acierto costasoleño. No dejó de intentarlo el Málaga, ya decididamente sobre los lomos de un Amrabat que producía pánico en cada arrancada. Hasta tres tarjetas amarillas provocó. Anotó otro gol, pero era fuera de juego. La jugada la había iniciado él mismo. Boka estuvo a punto de hacer el 2-0 tras jugada ensayada. Juanmi, Darder, Samu García y Roberto Rosales, con menor claridad, también gozaron de ocasiones.
Y con el Málaga volcado, siendo superior y mejor, vino el mazazo. La Real, que no había parado de achicar agua en la segunda mitad, encontró una vía en la frontal del área de Kameni. El disparo de Pardo tras una contra sin aparente peligro no dio opción al meta camerunés. A partir de ahí, el Málaga entró en estado de confusión y no supo cómo iniciar la remontada. Y es que el sopapo había hecho demasiado daño.