Al Málaga le cortan la flor

El Málaga ha hecho gala en el primer tercio de Liga de una mezcla de convicción y fe ilimitada con ese pellizco de fortuna que coloquialmente se conoce como flor. Y una vez más lo demostró ante el Granada. Sin embargo se encontró con un trío arbitral que decidió interrumpir esa senda de la fortuna de adoquines azules y blancos.
Es verdad que hay un punto de culpa propia en el resultado, pero aun así debieron ser tres puntos. Otra cosa es que también se puedan hacer análisis. ¿Por qué sólo realiza un cambio Juande? ¿Qué pasa ahora con el debate de la portería? Se riegan enanos donde no había circo...
Cuando las cosas están de cara, suelen venir rodadas. Lo que otro día habrían sido miserias y lamentos, se transforman en pequeños sustos asumibles. Sólo hay que pasarse por el inicio del partido para ver que así fue. Sin hacer un fútbol del otro mundo, un zarpazo certero y varios de los que casi hacen sangre.
Camacho remató de cabeza de manera implacable ante su excompañero Guillermo Ochoa. Aprovechó el maño un buen centro con la zurda de Rosales y también que los centrales del Granada hicieron lo que tantas veces se ha visto hacer los zagueros del Málaga en este curso.
Como decíamos, hubo algunos amagos más. El más claro fue otro cabezazo, en esta ocasión a centro de Juanpi. Pero el Memo hizo una exhibición de reflejos bajo palos, su especialidad. La sacó desde el sueo, después de bote. Antes ya había estado bien en un chut de Sandro. Y no tuvo nada que hacer ante uno de Ontiveros más cruzado de la cuenta.
Acciones estas tres que tuvieron el denominador de un Juanpi Añor más sólido, participativo y centrado que otras veces. Estaba el Málaga cómodo. También porque el Granada no fue a encerrarse y también tuvo llegadas, aunque sin poner en apuros a Boyko, que finalmente ganó la partida a Kameni.
No tenía complejos el conjunto de Lucas Alcaraz a pesar de estar en una situación delicada. Eso hacía presagiar una segunda mitad de moneda al aire. Cuestión que se confirmó cuando en uno de sus arreones Kravets remató al lateral de la red un balón peligroso.
La réplica del Málaga estuvo en las botas de Juankar, que se plantó ante Ochoa y perdió el duelo. Pero era el reflejo de que el equipo de Juande Ramos cuando llegaba lo hacía en serio. Como la definición de Sandro ante el mexicano en una jugada posterior. No se puede hablar de gol anulado porque el asistente había levantado el banderín antes.
¿Recuerdan lo de la moneda al aire? Pues eso es lo que tienen partidos así. El Málaga no mató y dio alas al rival, que siempre -a pesar de sus limitaciones- quiso competir y discutir el resultado. Llegó el empate, obra del activo Kravets de cabeza, que se aprovechó de un Mikel muy blando y un Boyko que se bloqueó. La falta que dio origen a ese tanto, también hay que decir, no fue tal.
Y ahí se vio al verdadero Málaga, el que se mata por remontar un partido que se complica. El gol encajado es el gran acicate de este equipo. Después de ese gol de Kravets los blanquiazules pudieron meter tres y, de hecho, marcaron uno. Lo firmó Llorente de cabeza. El asistente de Álvarez Izquierdo volvió a señalar fuera de juego. Se equivocó. El tanto era legal.
De fondo, la cuestión de la portería. Justo en el día en que Juande desvela que Boyko es su apuesta por delante de Kameni, el ucraniano se traga un gol. Y para colmo de males, Ochoa se luce en La Rosaleda. Así también se arranca una flor.