Quique, el último hijo de una estirpe pata negra
Riazor tiene un sexto sentido para detectar el olfato de gol. En su hierba deleitaron delanteros del caché de Bebeto, Diego Tristán o Makaay. Ahora, en un contexto menor, recoge el testigo de esa estirpe fabulosa Quique González. El vallisoletano es la nueva punta de lanza del Dépor. En tierras gallegas reverdece el atacante, que es el pichichi de LaLiga 1|2|3 con seis goles. Distinción que comparte con Rubén Castro y Enric Gallego. Le espera un reto superior en su camino, el Málaga, uno de los muros de la categoría.
Abruma la eficacia del '7' blanquiazul. El futbolista, según datos de Vintage Stats, realizó 12 disparos a puerta en los cinco encuentros que disputó en la presente campaña (se perdió dos por lesión). Seis de ellos fueron a puerta, lo que indica una efectividad del 100% cuando su disparo va entre los tres palos de la meta rival. De hecho, es el delantero con mejor promedio de gol por minuto. Anota un gol cada 68 minutos. Un rendimiento impecable, que se traduce en el rendimiento colectivo. Hasta la fecha, siempre que Quique González marcó el Dépor consiguió puntuar.
El de Valladolid emerge en Riazor a sus 28 años, exhibiendo altas dosis de madurez en sus actuaciones. Se le conoce por su puntería, pero su juego va más allá. Tiene cierta capacidad asociativa y es generoso en el esfuerzo defensivo, siendo la primera piedra de la presión en campo ofensivo que ordena Natxo González. Unos réditos tras la importante apuesta, cerca de dos millones de euros, del club coruñés por su figura este verano para convertirlo en uno de los estandartes de un plantel distinguido.
Quique explora un crecimiento progresivo que le tiene en la antesala de la élite. Tras sobresalir en el Guadalajara, metió 24 goles, la UD Almería lo rescató para Primera. Media vuelta estuvo en el Juegos Mediterráneos para salir a préstamo al Racing de Santander. Pese a un rendimiento discreto, el conjunto rojiblanco confió en el delantero como una de las puntas de lanza del proyecto de campanillas de Sergi Barjuán. Aunque el catalán duró siete fechas en el banquillo, el vallisoletano rompió el cascarón en su primera temporada completa en el fútbol profesional con 15 goles. Se quedó otro año en el equipo almeriense, donde rebasó su techo con 16. De ahí a ser referente de dos clubes con visos de ascenso, Osasuna y Deportivo. Su línea de progreso indica el primer escalón. Antes, este domingo, amenaza al Málaga de Muñiz, líder de Segunda.