No es un técnico inmovilista Juan Ramón Muñiz. Una de sus facultades que más se alaba de su gestión de un equipo a lo largo de su trayectoria es la meritocracia. No es sencillo el reto que agarró hace unos meses, devolver al Málaga a su lugar natural. Esa presión a todos los niveles dificulta considerablemente la toma de decisiones cuando de cambiar el rumbo se trata. Uniforme de puertas hacia afuera, el gijonés sí toca teclas internamente. La contundente derrota frente al Reus, quizá la más dura e inesperada de la campaña, obligaba a una introinspección.
La hizo Muñiz, que no olvidó esa cierta incompetencia del equipo para agitar a contracorriente. En Zaragoza le dio la vuelta al calcetín. Los resultados, el juez más severo, le levantan el dedo. La principal modificación atiende al centro del campo, que se extiende a la zona de ataque. Una especie de trivote, que se va alternando en otros dibujos en diferentes contextos puntuales de los partidos. En este sentido, la pieza clave es Keidi Bare. El filial atravesó la pasarela que va de La Federación a La Rosaleda. A tenor de lo expuesto, para quedarse. El albanés acumula tres titularidades y el balance del equipo es siete puntos de nueve posibles. En lo individual el cómputo es altamente positivo.
El centrocampista aporta intensidad en la zona de creación. Da esos intangibles básicos para equilibrar al equipo y también hacer una presión en campo contrario más alta y fundamentalmente ordenada. También ofrece un trato notable con el balón en los pies. Y, quizá, lo más importante, permite que N'Diaye y Adrián puedan liberarse en parte de tareas defensivas, siempre bajo el manto estajanovista de Muñiz, y lleguen al área contraria, una de las virtudes de ambos. El madrileño ya vio puerta ante el Lugo. El senegalés va recuperando sensaciones tras un bache en las últimas semanas. La introducción de los tres medios no atiende a un dibujo fijo. A veces, Keidi Bare es el pico de una pirámide en el centro del campo, con el Málaga jugando en 4-3-3. Frente a los gallegos en La Rosaleda, Adrián se escoró a la banda izquierda para recuperar el originario 4-4-2.
Está cerca de concretarse la incorporación de Erik Morán. El vasco pasó reconocimiento médico y falta la firma. Su fichaje va en la línea de lo expuesto. El de Portugalete viene para dar ese juego de posición, lectura y solidez que ahora aporta Keidi Bare. Con Lacen perdiendo protagonismo, Muñiz quiere una alternativa más por los compromisos internacionales de N'Diaye. Un esquema que demanda velocidad en las bandas. El gijonés necesita más aceleración en las alas, característica de la que carecen la numerosa nómina de extremos blanquiazules. Machís o Alejo, los nombres que trascendieron, encajan en el patrón con el que el entrenador asturiano moldeó a este Málaga a mitad de camino.