Una comunión urgente
Pese a la buena marcha del Málaga, la realidad es que están surgiendo algunas grietas entre el equipo y la afición. La asistencia en los últimos partidos ha decaído y este fenómeno comienza a convertirse en un problema. Lo saben en la zona noble de Martiricos y también Juan Ramón Muñiz, portavoz oficioso del club blanquiazul. La pasión se tornó en crispación después de algunos resultados adversos. Sin embargo, el deseo común de regresar a la élite debe ser el pegamento para una comunión obligatoria que impulse ese ascenso.
El jarro de agua fría con el Reus en La Rosaleda marcó un punto de inflexión. Los precedentes de antes era altamente positivos. Buena entrada ante el Cádiz, pese a ser viernes, y la más alta de la temporada ante el Granada. La única vez que se ha superado en este curso los 20.000 espectadores. La dolorosa derrota con los catalanes, semanas después apartados de LaLiga 1|2|3, abrió heridas que aún no acabaron de cicatrizar. Lo muestran los datos de asistencia ofrecidos por la competición en los partidos ante el Lugo y el Almería. Frente a los gallegos se dibujó la peor taquilla de la campaña.
Datos peores que el partido copero ante los de Fran Fernández. 12.758 almas en el templo malaguista. Mejoró un poco la semana posterior, con 13.313. Pese a ello, las cifras muestran un descenso preocupante. Con respecto a la media exhibida en los 10 partidos anteriores la caída se para en 4.935 espectadores menos, que evidencian un desapego que el Málaga no se puede permitir. La afición debe ser el motor fundamental para volver a la élite nacional y La Rosaleda el principal bastión.
Muñiz hace un llamamiento
Aunque siempre habló de la trascendencia de ir de la mano con la afición, el asturiano este viernes elaboró un discurso más profundo. De calado para cortar la situación. "Necesitamos de todo el mundo. Lo tenemos al alcance, al principio nadie daba un duro por nosotros. Se ha parado una caída muy dura. ¿Por qué no empezamos a construir y ponemos ladrillos más sólidos? Buscamos cosas donde no las hay. En otras ciudades la gente lleva en volandas al equipo. Queremos que La Rosaleda sea un campo que intimide y el equipo vuele. Jugamos mejor con animación que con crispación", decía Muñiz, que ahondaba: "Yo viví una situación límite, con un proceso concursal, con mucha gente sin cobrar, a punto de caer a Segunda B por todos los aspectos, deportivos y económicos, y vi una Rosaleda llena apoyando a su equipo a muerte. Me gustaría verla de nuevo con ese ánimo y ganas".