Broche de oro en Málaga, leyenda en Pamplona
Iván Rosado recuerda con especial cariño su etapa en el Málaga. Fue corta, pues apenas duró un año y medio, pero intensa y gratificante. Llegó a mitad de temporada en la 2006/07 y puso su granito de arena para que el equipo salvara la categoría en un curso especialmente complicado. Su profesionalidad y compromiso le brindó la oportunidad de renovar y seguir una campaña más, formando parte de la plantilla que logró el ascenso a Primera en 2008 de la mano de Muñiz.
No fue indiscutible aquel curso, pero participó y ayudó en lo que pudo. Le enorgullece haberse retirado tras jugar en un club como el Málaga al onubense, que lo recuerda así: "Tuve la suerte de retirarme en un equipo como el Málaga. Pasé un año y medio muy bueno. El primer año nos costó permanecer y luego ascendimos, con más o menos protagonismo. Si por algo me renovaron fue por buen profesional y por buen compañero".
"El segundo curso empecé lesionado y luego apreté para ponérselo difícil a mis compañeros. Al final jugué algo más, metí mi último gol en Balaídos y lo recuerdo, a pase del gran Sandro. Fue mi último tanto como profesional. Si no hubiéramos ganado aquel día hubiéramos salido de los puestos de ascenso", añade el exdelantero, ahora entrenador del filial del Recreativo.
Ídolo rojillo
Años antes de recalar en la disciplina blanquiazul, Iván Rosado jugó en el Osasuna durante seis temporadas. En Pamplona guardan un gran recuerdo de él. Fue clave en el ascenso a Primera en el año 2000 y luego firmó registros goleadores notables con el conjunto rojillo: "Estuve seis temporadas allí, cuatro años magníficos y luego las cosas igual no acabaron como uno desea. Me quedo con la parte buena. Me siento muy querido en Pamplona. El primer año marqué once goles en media temporada y ascendimos, después marqué 14 goles en Primera con Osasuna, nadie llegaba a esa cifra desde 1954... Eso me llena de orgullo. Me trataron muy bien hasta el último día, cuando voy a Navarra me siento en casa. Me sentí muy querido".