El día que se plantó una flor

Basta con ver la admiración que la afición del Málaga ha levantado en las últimas horas en todos los rincones del mundo para sentirse orgulloso. Es verdad que con eso no basta, que el varapalo (por imprevisto) ha sido muy duro y que se avecina otro verano de incertidumbre, pero también que ayer se plantó una flor. O un árbol. O quizás un bosque. A las buenas aficiones se las ve en la malas y tras la derrota ante el Dépor surgió una energía espontánea que no se debe desatender. Esos son los cimientos del mañana, los que deben soportar el peso de lo que viene con la estoicidad y la humildad de siempre. El sentimiento es fácil forjarlo en las victorias, pero con las derrotas se hace inmortal. Como rezaba el titular de una crónica de la prensa local, el Málaga ganó perdiendo. Brillante.

La pluma resbala con las lágrimas, pero sus trazos se hacen más sentidos y estéticos. “Prefiero llorar contigo que celebrar con otros”, se leía también en redes sociales en las últimas horas. Porque lo de este sábado fue una montaña rusa de emociones. El antes, el durante y el después. El antes, con una marea humana que hizo que la Flecha Azul recorriera la Avenida de la Palmilla sin tocar asfalto con las ruedas. El durante, con el rugido voraz de un estadio lleno y vaciado. Y el después, con esa comunión sin precedentes, con ese llanto colectivo de los que se quedaron hasta el final (vídeo superior). Esos son los verdaderos malaguistas. Los de hoy que lo mamaron desde ayer. Y los del mañana.

En unos días el club dará el pistoletazo de salida a la nueva campaña de abonos. Se habían creado dos escenarios y tocará el austero, el de otro año en el infierno. El nuevo proyecto, que deberá ser muy pero que muy ajustado, necesita el respaldo incondicional de su gente, independientemente de quien esté al volante. Se irán unos, vendrán otros. Ni más ni menos que el bucle del fútbol desde el prisma del seguidor incondicional. Pero para los que estén, para los que sigan, para los que sigamos, sería bueno pensar que, si no fue a la primera, por qué no a la segunda y por la vía directa como han hecho esta temporada el Osasuna y el Granada. De ambos se pueden tomar apuntes. Y por supuesto con esa base de unidad incondicional y con esa flor germinando sin marchitarse en el balcón del malaguismo.