Un Málaga sin colmillo charrúa
Puede que el futbolista uruguayo no sea el más técnico, el más atractivo para el espectador. Pero lo que está fuera de toda duda es su compromiso, su espíritu. Su corazón y entrega. En la última década el Málaga CF se ha impregnado del carácter charrúa, circunstancia que se convirtió en habitual desde aún más tiempo atrás. De los Santos, Darío Silva o Marcelo Romero son ejemplos que tuvieron herederos en hombres como Chory Castro, Seba Fernández o Fede Ricca, el último que abandonó Martiricos junto a Michael Santos. Por segunda vez en la última década, no hay uruguayos en la plantilla.
Si nos subimos al Delorean, marchándonos a la 2009/10, abrochada de forma tan agónica como festejada con el taconazo de Caicedo para el gol de Duda ante el Madrid, encontramos a Munúa como el guardián de la tropa de Juan Ramón López Muñiz. Fue el único uruguayo de la plantilla, pero fue absolutamente insustituible: disputó los 38 partidos ligueros. Llegó Al-Thani, con él Jesualdo Ferreira, y la revolución se hizo carne. Munúa cerró una puerta que abrió el ilusionante Seba Fernández, que en la 2010/11 dejó un poso interesante y siete goles, conseguidos entre los 30 partidos de los que dispuso.
El ciclo de Jesualdo se quebró, para bien del Málaga, y fue Pellegrini el que tomó las riendas en los años más gloriosos de la entidad. Los fichajes de tronío fueron llegando. Toulalan, Joaquín, Cazorla, Isco... pero ahí continuó Seba. 32 partidos y cinco goles resumieron su actuación en la 2011/12. Su empuje ayudó a que el Málaga conquistara una plaza en la Champions, a disputar una campaña después, en la que el 'Papelito' vio reducido su impacto en el verde, aunque encontró consuelo y amistad en un compatriota, Lugano, que reforzó el plantel en el mercado invernal. El central, sin especial incidencia, jugó 11 partidos.
Las dos temporadas posteriores (2013/14 y 2014/15) fueron prácticamente nulas para los uruguayos, ya que en la primera de ellas Seba abandonó el club y en la segunda no hubo charrúas en la plantilla. Desde entonces y hasta esta temporada, cuatro jugadores vinieron con mate y corazón a La Rosaleda: Chory Castro, Ricca, Michael Santos y Rolan. Santos fue un fiasco económico y deportivo para la entidad, mientras que Rolan dejó alguna pincelada, poco más. Diferente fue la historia con el Chory, que pese a que la afición vivió desencantos con él por el camino, dio temperamento y fútbol incluso en los peores momentos. Por su parte, Ricca llegó con mucho por pulir y se marchó siendo capitán y líder. Uno de los últimos vestigios de colmillo charrúa en La Rosaleda.