Historia de un flechazo: cómo un canadiense se enamora locamente del Málaga
Cuando se escribe este reportaje, en Málaga los termómetros marcan 22 grados, mientras que en Toronto, Canadá, la temperatura es de 0º. Allí, a más de 6.000 kilómetros de distancia de la Costa del Sol reside Carlos Verde, un malaguista hasta la médula con una historia a sus espaldas digna de ser contada. Este joven de padre portugués y madre española no tiene realmente ningún vínculo familiar ni con la ciudad de Málaga ni con el club. Pero, ¿cómo una persona nacida en Ottawa hace 23 años se enamora locamente del Málaga CF? Eso es lo que vamos a contar en estas líneas.
Son ya dos años y medio de malaguismo acérrimo que tuvo como punto de partida un Málaga-Sevilla disputado el 1 de mayo de 2017 que acabó con victoria para los blanquiazules por 4-2. A Carlos siempre le ha gustado el fútbol, y aprovechando que estaba España acudió a La Rosaleda junto a su abuelo, un gaditano que emigró a Canadá en 1967. "No tuve un equipo español hasta este momento, la ciudad me capturó. La playa, el estadio, la comida, la historia del club... Me enamoré inmediatamente en mi primer viaje", explica.
Sin tener raíces malagueñas ni malaguistas, sintió un flechazo especial en Martiricos. El Málaga era para él como una novia que tienes en la distancia. No se le quitaba de la cabeza desde aquel día. En 2018 estuvo de nuevo en nuestro país jugando unos meses al béisbol en un equipo de Chiclana (tierra de Diego González, por cierto), y aprovechó esa visita para ver un Málaga-Betis que terminó 1-2 para los visitantes.
Malaguistas en Canadá
Pero la cosa no queda ahí. Unos meses después recibió la visita de dos amigos, John y Tyler, a los que ha contagiado ese malaguismo casi enfermizo que ahora comparten. Los tres vieron juntos un Málaga-Alavés de aquella temporada (1-3) y se produjo una conexión mágica que no tiene visos de quedar en el olvido. ¡Tienen hasta una cuenta de Twitter juntos!: (@CanadaMalaga).
"Les he introducido la sangre malagueña y desde mayo del año pasado los tres seguimos al Málaga desde el otro lado del Atlántico", cuenta Carlos. Allí en Canadá quedaban hasta para ver los partidos, algo que ahora es más difícil porque viven en ciudades diferentes. Pero su deseo es poder organizar al menos un viaje al año para visitar La Rosaleda, el templo que cautivó a Carlos Verde y a sus amigos John y Tyler.
MALAGUISTAS a pesar de vivir esas dos derrotas contra Betis y Alavés, así es como se queda el MALAGUISMO gravado a fuego para siempre. Hacerse al MALAGUISMO en la victoria es fácil, pero pasajero, pero si es en la derrota y no se resquebraja, entonces perdura, ya es para siempre. La pena es que Alibabá está faltando al respeto a todo este MALAGUISMO.
Bienvenido Carlos, otro sufridor malaguista al saco, es más fácil ser del Madrid o Barca, lo nuestro no tiene explicación, pero Málaga enamora y por eso se trata de un amor sufrido muy sufrido ... Viva Málaga y el Málaga !!!!