Una pedrada de realidad

Hablaba Pellicer en la previa de la importancia de descargar la mochila de piedras, en este caso puntos, en una categoría en la que no te puedes confiar de nadie, en la que un detalle lo cambia todo y en la que los sube y baja son el pan de cada día. Del todo a la nada en un santiamén, más si cabe cuando la temporada está en pañales y con el factor añadido de ese extraño elemento que es el VAR, que apareció supuestamente para solucionar bretes y lo que único que ha conseguido es volver tarumba al personal. Una interpretación arbitral, que tuvo que ser revisada durante casi cuatro minutos en la sala VOR, terminó por precipitar la derrota (4-0) del Málaga CF en Vallecas. Esa jugada distorsionó el escenario planteado, cambió el partido de cabo a rabo y enmudeció el inicio con personalidad del Málaga. Lo que vino después, siguiendo con el símil de Pellicer, fue una pedrada en toda regla.

Una mano de Ramón, en la que cuesta discernir si es la izquierda o la derecha, si viene de un rebote previo o no, y de la que queremos entender que en Las Rozas dispusieron de mejores tomas para decidir, fue señalada por Arcediano Monescillo como penalti. Pérez Pallas se comunicó durante varios minutos con él, y dio por válida la decisión tomada cual resorte por el colegiado. Más allá de la voluntariedad o no, de la acción del penalti en sí, la normativa tendría que plantearse si con la nueva reglamentación es más interesante para el atacante lanzar la pelota contra la mano del rival que buscar una acción positiva. Nadie termina de aclararse.

La consecuencia fue el gol de Isi, que amargó en el 18' el compás inicial en Vallecas del Málaga, en el que sólo entró Larrubia por Orlando Sá con respecto al once de Alcorcón. El gol rompió los esquemas del equipo y, para colmo de males, la mala suerte entró en escena tres minutos después del 1-0 para consumar el 2-0. Cabalgada de Álvaro García, que dio la noche a Calero, y centro con veneno que Juande, en su intento por desviar el balón, mandó a su propia meta. El Rayo se envalentonó y continuó haciendo daños por los costados, tardó en volver a la vida el Málaga y sólo lo hizo, en términos atacantes, con un voleón centrado de Ramón y un cabezazo desviado de Yanis. Pellicer amagó con dos cambios antes del descanso -Chavarría y Luis Muñoz- pero decidió frenarlos, posiblemente por no malgastar una de las ventanas para las sustituciones.

Porque los dos entraron tras el descanso, por un Benkhemassa que cargaba una amarilla y también por Larrubia, intrépido en su estreno como titular hasta que todo se puso en contra. Lo primero que trajo la segunda parte fue un recorte de Isi a Matos y un disparo que despejó con apuros Dani Barrio. Ni los cambios ni lo que pasó en el vestuario cambiaron un ápice el sino del encuentro. A la espalda de la defensa, sobre todo por el costado derecho, continuaron los problemas y el malagueño Pozo, en el enésimo balón filtrado desde la banda, hizo el tercero antes de la hora de juego. Varapalo inmenso que dio paso al debut de Jairo, que entró por un desdibujado Ramón.

El peligro lo tuvo siempre el Rayo, mientras que el Málaga sólo armó una ocasión (muy clara) en una buena triangulación entre Jairo, Chavarría y Jozabed. El último, que llevaba segundos en el terreno de juego, definió demasiado cruzado con Chavarría esperando el pase de la muerte. Chutó contra el poste el Rayo, que obligó a Dani Barrio a evitar el cuarto hasta en tres ocasiones en la recta final. El arquero blanquiazul salvó la puntilla que terminó encontrando Antoñín, manda narices, con un cabezazo sin oposición ya en el añadido. Pidió perdón el malagueño, por cierto, antes de que el partido diera la mejor noticia al Málaga: el pitido final.