Las luces y el corazón

En el día del Black Friday, el viernes apuntaba a ser negro para el Málaga CF hasta que apareció su versión más racial. La del corazón y el empuje. Con 10 jugadores, cuando no lo esperaba absolutamente nadie, el equipo sacó un punto de oro (2-2) ante un Lugo que tuvo el botín en sus manos hasta el minuto 70. De las luces de calle Larios se pasó a las sombras de Martiricos, pero el apagón se terminó justo a tiempo. El interruptor se activó y el Málaga, en minutos excelsos de temperamento y compromiso, empató lo que estaba perdido. En la anarquía casi absoluta, llegando con todo y sin perder el orden atrás. Una reacción que tuvo en Juande -doblete histórico para él- en su gran protagonista.

El Málaga se entiende por la carrera de Chavarría en el 90' para cortar una contra del Lugo. También por querer ir por el 3-2 cuando otros hubieran guardado la ropa tras el empate. Con La Rosaleda llena, a saber qué hubiera ocurrido. Porque siempre quiere más, incluso en días en lo que todo parece ir cuesta arriba. Juande, primero con la zurda y luego de cabeza, rescató la fe que durante 70 minutos estuvo perdida. En estos tíos hay que creer, no queda otra. Sólo fue un punto, pero qué punto. Un paso corto con la fuerza de un gigante.

Mala primera parte

Seis cambios, seis, como los toros presentó Pellicer en el once inicial. La defensa retocada casi al completo (sólo repitió Ismael Casas), retorno de Ramón, oportunidad para Jairo y titularidad para Caye. Una nueva patada al árbol que, en esta ocasión, no dejó frutos. La primera parte fue mala de solemnidad, doloroso para las córneas. En ese aspecto soso el Málaga dominó de manera leve, pero el primer tiro no llegó hasta el minuto 24. Un tirito de Caye, poca cosa. La antesala del gol del Lugo, que en la brega del potente El Hacen y la variedad de recursos de Hugo Rama sacó petróleo. Se coló por el centro el '10', que despegó un derechazo cruzado y raso, difícil para cualquier arquero. A la primera, gol.

El tanto sentó como una patada en el bajo vientre al Málaga, en el que ni Jairo ni Yanis por banda encontraron fórmulas para armar jugadas. Tampoco Caye, muy solo, ni el centro del campo lograron conquistar el ritmo ni las ocasiones. Los de Nafti se empezaron a encontrar cada vez más cómodos, complicando la salida de balón malaguista hasta que en el balón parado, una vez más, el Málaga regaló un tanto. Venancio entró solo, sin marcador y rompiendo el fuera de juego para cabecear una vez y, tras el desvío de Dani Barrio, remachar a las mallas. Todo antes del descanso, justo cuando más duele.

Pellicer buscó piernas e ideas en Joaquín y Chavarría. Y encontró todo lo que buscaba, aunque hubo que esperar hasta que Caye se fuera a la calle. De forma justa, aunque hay que resaltar que el VAR esta vez igual se quedó sin pilas porque antes recibió una entrada con los tacos por delante que, de haberle echado picardía, igual hubiera terminado en otra cosa. Aguantó de pie y se fue para Carrillo, sin medir sus revoluciones y golpeando frente con frente. Roja evidente. Faltaba más de media hora y, cuando todo parecía visto para sentencia, el Málaga le puso todo el corazón.

Ingresaron Jozabed, también Cristo por un Ismael Casas que volvió a romperse. Y, cosas del fútbol, el que se hizo pequeño fue el Lugo. Joaquín se inventó un jugadón por la izquierda y Juande, otra vez en plan '9', definió de zurda al palo largo. 20 minutos quedaban y los 20 fueron del Málaga. Incisivo, voraz. El Málaga que gusta, en el que hay que creer. Achuchó por bandas y tuvo una opción clarísima en las botas de Chavarría, que se comió a la defensa del Lugo. Demasiado generoso, cedió para Joaquín cuando la jugada requería la definición. Fue un dos para uno que acabó en nada por la puntera de un defensor. Aún faltaba el último resquicio, que lo gestó Ramón con un centro al corazón del área para la cabeza de Juande. Golazo con todas las letras. Incluso creyó en ganar el Málaga, que hubiera pedido un rato más de fútbol para seguir demostrando que en la batalla es muy difícil tumbarle.