Un maremoto llamado Rubén Castro

El Málaga CF se llevó los tres puntos en el partido ante el Real Zaragoza en La Rosaleda. Sí, no hace falta que lo lean dos veces, porque no es un sueño ni una broma pesada. El equipo de Sergio Pellicer surgió como un auténtico maremoto en la segunda mitad, comandados por un excelso Rubén Castro que anotó dos goles y dejó la asistencia a Lago Junior para el otro tanto blanquiazul de la noche.

La afición se llevó una inmensa alegría y la sensación de que 'sí se puede'. Porque todavía queda camino por recorrer, pero con este 3-0, la senda parece menos pedregosa y enfangada.

Intención sin munición

El Málaga tenía la pelota y las intenciones. Le faltaba la garra y la suerte, pero lo intentaba y la afición trataba de darle ese último empujón con ánimos. El ambiente en La Rosaleda estaba menos enrarecido que en los últimos tiempos y el malaguismo estaba demostrando una vez más que quieren ser de ayuda para los suyos.

Alrededor del minuto 20 llegaron varios arreones para los blanquiazules, pues tuvo hasta tres saques de esquina consecutivos que el Zaragoza deshizo como pudo, impidiendo a los de Pellicer aprovecharse del balón parado. Aun así, seguían probando suerte, con centros desde la izquierda y desde la derecha indistintamente, tratando de sacar el mejor partido de jugadores como Cristian y Lago Junior. Faltaba, como siempre la mordida.

Bermejo dio el primer gran susto del Zaragoza, pues le llegó un balón muerto que supo rematar de primeras, estando prácticamente solo ante Yáñez. Por fortuna, no le dio de la forma adecuada y la pelota salió por encima del larguero.

La primera mitad iba llegando a su fin y el marcador continuaba exactamente igual que al inicio. Las pretensiones del Málaga no estaban dando frutos. El equipo blanquillo, hoy de rojo, tuvo las dos más claras a la orilla del descanso. Ramalho salvó en línea de gol un disparo de Giuliano y Yáñez se encargó de repeler el disparo de Bebé para acabar con las pretensiones del conjunto de Escribá de adelantarse en el marcador antes de finalizar el primer tiempo.

Se desató el maremoto llamado Rubén Castro

Aprovechó Pellicer para mover el banquillo, dando entrada directamente tras el descanso a Rubén Castro y sentando a un N'Diaye que no había aparecido prácticamente en el tiempo que estuvo en el campo. Y, a posteriori, fue de las mejores decisiones que podía tomar.

En el 56', Delmás se adentró en el área por la banda derecha, se quedó clavado, miró atrás y vio a Fran Villalba asomado al balcón. El valenciano levantó la cabeza y por el rabillo encontró a Rubén Castro, le puso la pelota al pie y el delantero la empujó con maestría para subir el 1-0 al luminoso. El mejor día para igualar a Quini como máximo goleador español de la historia.

Desde el gol, el Málaga se encontró mucho más cómodo sobre el césped. Con menos presión sobre sus hombros, el equipo trató de encontrar los huecos para hacer el segundo. Y vaya si lo hizo, con un balón que llegó a los pies de Rubén Castro. El mago sacó su varita pero esta vez no para aumentar su renta personal, sino para darse la vuelta y dejársela de cara a un Lago Junior que, tras un regate, la coló ajustadísima al palo izquierdo, poniendo en pie a toda La Rosaleda.

Pero la fiesta de este lunes no iba a acabar aquí. Gallar arrancó la moto en el centro del campo y le puso un balón ideal a Rubén para que el canario, ahora ya sí, superara a Quini y se convirtiera en el máximo goleador nacional con 285 goles.

Hubo olas, hubo 'sí se puede', hubo aplausos. Se cantó el himno del Málaga... y también el del Unicaja, en honor a los campeones de la Copa del Rey de baloncesto 2023. Los ocupantes de las gradas de La Rosaleda se fueron a casa sabiendo que, tras muchos meses, iban a poder dormir tranquilos sin que un terrible partido de su equipo les amargara los pensamientos, al menos hasta la siguiente jornada.