Un toque de atención necesario a jugadores y entrenador
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La afición señala a jugadores y entrenador en una racha de resultados que preocupa
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El Málaga ha demostrado ser algo más que lo que deja ver ahora
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Pellicer y las críticas: "Los jugadores ahora necesitan tranquilidad y calma"
Al descanso sonaron pitidos de hartazgo y al término del partido, más de lo mismo. Hubo un juicio general con el pulgar hacia abajo en La Rosaleda, que no es plaza para conformistas y menos en la tercera categoría del fútbol español. Escenario pequeño para un escudo de dimensión mayor. Pero ningún equipo gana con el escudo. De la ecuación de cuatro empates consecutivos en casa solo cabía esperar un resultado: malestar general de la afición.
Fueron algo más de 16.000 los aficionados que asistieron al estadio en el empate a uno ante el Mérida, un partido que empezó a enfadar a la gente 48 horas antes. El club pidió el pasado lunes un cambio de horario al coincidir con el Unicaja, que jugaba a las 18.30 horas. Por razones de seguridad, según alegaron desde el club. La RFEF no respondió hasta que el viernes aceptó el cambio. A dos días de jugarse, algo inaudito. Esta decisión trastocó los planes de muchos aficionados, locales y también extremeños, que se quedaron de piedra al ver que no iba a ser a las 19.00, sino a las 12.00 horas. En una fecha señalada como el Día de la Madre.
Esta chapuza entre el Málaga y la Federación tuvo consecuencias. La Rosaleda estuvo más vacía de lo normal. Cada parte tuvo su responsabilidad, una por la petición de un cambio que podría haber solicitado mucho antes o haber informado de la solicitud, la otra por la tardanza de dar el sí con tan poquísima antelación, sin preocuparse por el aficionado. Como si importara. Como si el fútbol no fuera de la gente.
Episodios rocambolescos aparte, el fútbol no ayudó a convertir el ambiente enrarecido en una fiesta. Volvió a verse a un equipo que lo intenta, que genera a cuentagotas, pero de manera plana y previsible. Le cuesta un mundo finalizar con claridad ante equipos que se encierran atrás. El empate de Dioni, en una bonita combinación desde la frontal con Ferreiro de asistente, dio esperanzas de remontada tras una primera parte muy insípida. Pero la reacción se quedó a medias. Otra vez.
El público, que hasta ahora solo había aplaudido durante toda la temporada, dedicó los primeros pitos hacia sus jugadores y también algunos cánticos concretos como "¡Málaga, échale huev*s!", "José María, dimisión" al administrador judicial y, en menor medida, "Pellicer, dimisión". La mayoría de la banda sonora, no obstante, fueron ánimos durante los 90 minutos.
Desde pequeños nos acostumbramos a las reprimendas de familiares, profesores, jefes. Lo bueno es que siempre suele haber margen para remendarlo. El Málaga todavía lo tiene.
Bloqueo y nivel individual insuficiente
La paciencia empieza a colmarse. El Málaga da síntomas de bloqueo en el peor momento, donde las piernas no deben temblar. Los malos momentos siempre llegan y ahora se verá la fuerza real del grupo. La cuota de responsabilidad se reparte más allá del entrenador. Hay jugadores que siguen desaparecidos y otros no están cumpliendo las expectativas.
Kevin no entendió su deber como extremo. Larrubia sigue buscando un gol que no encuentra. Ramón era una esperanza y ahora es una preocupación por su cuádriceps. Sangalli lleva desaparecido desde hace tiempo. Javier Avilés, el teórico delantero que vino a reforzar esa demarcación en invierno, se quedó calentando y sin minutos. Pellicer eligió la fórmula de siempre, como el año pasado con Álex Calvo. Acudir a la bendita cantera.
Antoñito Cordero, un comodín habitual, entró con personalidad miró a la portería más que otros con más estatus. La inconsciencia del adolescente le vino y le vendrá bien al Málaga y a sus compañeros de posición, que deberán apretar para no perder el puesto.
Sergio Pellicer acepta las críticas hacia su puesto, siempre en entredicho, pero pide relativizar todo y seguir arropando a los jugadores. "Yo soy de enfadarme y dar charlas duras en el descanso, pero la charla de hoy ha sido la más calmada de toda la temporada. Lo que necesitan los jugadores es tranquilidad y calma. Se consigue más con un kilo dede cariño que con una tonelada de prepotencia", dijo en rueda de prensa.
Pellicer continuará hasta el final, tiene el respaldo de su plantilla, de Loren Juarros y del administrador judicial. Las notas se pondrán el mes que viene. Este es el equipo que hay, para bien o para mal. Muy joven, con hambre, con virtudes y complejos, debutante en una categoría que no es la suya y con sus carencias, ahora más acentuadas porque la pelotita no entra y de eso se trata. El Málaga ha demostrado ser algo más que lo que deja ver ahora, cuando el play off empieza a verse en el horizonte.
Un toque de atención, a la larga y en su justa medida, siempre viene bien. Lo está teniendo ahora. Desde pequeños nos acostumbramos a las reprimendas de familiares, profesores, jefes. Lecciones de coscorrón, castigos y regañinas. Lo bueno es que siempre suele haber margen para remendarlo. El Málaga todavía lo tiene. Ascender, aunque su afición no tenga demasiados argumentos para confiar en ello, sigue siendo posible y sigue siendo un deber.