¡Ni un paso atrás!. Los rusos sueñan con repetir la hazaña de Lev Yashin
Moscú, 2 jul .- Rusia se lo cree. Poco importa que el fútbol que practicó contra España fuera antediluviano. Ya no se conforma con los cuartos de final. Sólo una vez alcanzó las semifinales de un Mundial. Fue en Inglaterra 1966 con Lev Yashin bajo los palos.
"Valentía, rapidez y solidez", resumió ayer a Efe Stanislav Cherchésov, seleccionador ruso, las claves de la victoria sobre España en la tanda de penaltis.
Al anfitrión no se le exige grandeza en el juego. Sólo entrega y corazón. La justicia del juego es secundaria. Cherchésov jugó casi todo el partido con cuatro centrales, una muralla que fue inexpugnable para los futbolistas españoles.
Lo había dicho el preparador físico de Rusia, el español Paulino Granero: "Los futbolistas rusos son superdisciplinados".
Los jugadores cumplieron a rajatabla las indicaciones de su técnico, que pasó de villano a héroe nacional. Sin duda, Cherchésov fue el gran triunfador del día de ayer.
Dejó en el banquillo a Chéryshev, el mejor jugador ruso de la primera fase y la estrella del equipo, Golovín, se pasó todo el partido corriendo detrás de la pelota. Decisiones arriesgadas.
Los rusos apenas crearon un par de ocasiones de gol en todo el partido. Incluso el gol fue marcado de penalti tras una incomprensible mano de Piqué a la salida de un córner.
"Nuestra victoria es el resultado del gran trabajo del técnico. El trabajo del futbolista es sencillo, cumples lo que te dice el entrenador. España es un gran equipo, pero nosotros fuimos un poco mejores. Ellos jugaron bien, nosotros defendimos mejor", señaló a Efe Iliá Kutépov, defensa central ruso.
El mérito fue frustrar a los españoles, que cayeron ingenuamente en la red montada por Cherchésov. Tanto minimizaron los riesgos los españoles, que los rusos ni siquiera tuvieron que recurrir al heroísmo.
"¡Ni un paso atrás!", fue el lema de los rusos, como lo fue de los soldados del Ejército Rojo en la batalla de Stalingrado. Como entonces los alemanes en el Volga, los españoles murieron en la orilla del río Moskvá.
El otro gran nombre es Ígor Akinféev. El portero del CSKA detuvo dos penaltis, además de frustrar a los españoles en las pocas ocasiones que tuvieron.
Fue un alivio para el sucesor de Yashin y Dasáev. Había fallado de manera clamorosa en los últimos torneos: Mundial, Eurocopa y Copa Confederaciones.
"Akinféev fue un monstruo en la tanda de penaltis", comentó a Efe Dzyuba.
Titular con la selección nacional desde los 18 años. Era uno de los pocos supervivientes del equipo que cayó en semifinales ante España (0-3) en la Eurocopa de 2008. Tenía algo que demostrar y lo demostró. La portería rusa está bien cubierta.
Con el holandés Guus Hiddink en el banquillo y la inestimable ayuda de los árbitros, Corea del Sur logró alcanzar las semifinales en 2002 tras dejar en la cuneta a Portugal, Italia y España.
De hecho, Hiddink visitó hace unos días la concentración rusa para desear suerte a sus antiguos pupilos y después volvió a hacerlo a través de Instagram. El holandés errante parece haber impregnado de su duende a Cherchésov.
Hasta este Mundial la selección rusa nunca se había clasificado para los octavos de final, pero la URSS fue cuartofinalista en tres ocasiones y semifinalista del Mundial de Inglaterra 1966.
Entonces, Alemania impidió que la selección soviética, que había eliminado en cuartos a Hungría, alcanzara la final. La URSS era entonces una gran potencia que había ganado la primera Eurocopa (1960) y perdido la segunda ante España (1964).
"La Araña Negra", que había sido culpada del mal rendimiento de los soviéticos en el Mundial de Chile, hizo un gran torneo y estuvo a punto de llevar a su equipo a la gloria.
Los croatas separan a Rusia de la proeza, pero después de lo visto ayer, nadie apostaría todo su dinero contra el equipo anfitrión. Los balcánicos también pasaron con muchísimo sufrimiento en la tanda de penaltis ante los daneses.
"Sólo jugaremos a ganar contra Croacia", comentó Kutépov.
Se lo han creído. Los rusos no tienen nada que perder y mucho que ganar. Quieren volver a Moscú, donde se disputará una de las semifinales y la gran final el 15 de julio.
El Mundial está siendo un gran éxito. Pero si los rusos regresan a Moscú, el jefe del Kremlin, Vladímir Putin, podría ir al día siguiente a Helsinki a su primer cumbre con el presidente EEUU, Donald Trump, con la cabeza bien alta y la victoria asegurada.