Ollero, presidente 24 horas

Juan Carlos Ollero se hizo cargo de la presidencia del Betis el pasado 25 de noviembre. Han pasado por tanto 17 días desde su nombramiento. En cualquier actividad normal es muy poco tiempo, apenas el suficiente para ir tomando contacto mientras se aterriza. Pero claro, el fútbol está bastante alejado de una actividad normal, por mucho que a José Antonio Bosch le costara entenderlo.

En dos semanas y media, Ollero ha tenido que hacer frente al nombramiento de un nuevo entrenador y seis consejeros, además de estar inmerso en un profundo dilema: contratar a un técnico definitivo o apostar finalmente por Juan Merino.
La llegada de Ollero a la presidencia ha sido cualquier cosa menos tranquila y, sin embargo, sus primeros movimientos han gustado. Su discurso ha calado y ha conseguido convencer a una masa social a la que el vaso de la paciencia hace tiempo que se le desbordó. También los accionistas salieron reconfortados de la pasada junta, dispuestos a darle un voto de confianza al recién llegado.
No obstante, quizás lo que más ha sorprendido en estos primeros días de mandato es su compromiso y entrega a la causa. Así se comenta en la trastienda de la planta noble del Benito Villamarín. Hables con el empleado que hables. Francisco Estepa tenía claro que necesitaba a un presidente dispuesto a dedicarle todo el tiempo que hiciera falta al Betis y, de momento, con Ollero ha dado en el clavo.
Estamos ante un presidente 24 horas, algo que hacía mucho tiempo que no se veía por Heliópolis. Las jornadas de trabajo de Ollero son maratonianas. Dice que no se quiere excusar en el pasado y lo demuestra en el día a día. Ya se ha visto con todos los departamentos del club, ya tiene su propia foto fija de lo que tiene entre manos y en breve se van a poder observar sus primeras decisiones. El sello Ollero empieza con una dedicación absoluta a la entidad. Llega al club a las ocho de la mañana y se marcha a las ocho de la tarde, eso de media, a veces incluso más tarde. La mayoría de los días es el primer empleado en llegar al Villamarín y de los últimos en irse. Se quiere empapar rápido del día a día de la entidad y mantiene conversaciones constantes con todos los empleados, del primero al último.
Ollero se está mostrando cordial y cercano en sus primeros días como presidente. Escucha a todos y saca sus propias conclusiones. Cuando llegue el momento no le temblará el pulso a la hora de tomar decisiones, pero mientras tanto quiere saber. Va todos los días al club, salvo que esté de viaje, con el Betis, y no cuenta las horas. El miércoles, por ejemplo, llegó al Villamarín por la mañana temprano, pese a que la junta de accionistas terminó cerca de las cuatro de la mañana.
Sus primeros movimientos como presidente están gustando en el entorno y a la gente de dentro. Tiene una dedicación total y absoluta, y muchas ganas. Y todo ello, recuerden, sin cobrar un céntimo. En cualquier caso, por delante tiene un par de patatas calientes importantes: el fichaje del entrenador y el mercado de invierno. De cómo salga de estos dos trances dependerá en buena medida la estabilidad del club en los próximos meses y la suya propia.