Gordillo: "Gané títulos con el Madrid pero nunca quise salir del Betis"

Rafael Gordillo fue uno de los grandes jugadores de la historia del Real Betis Balompié y sigue siendo uno de sus principales activos. El del Polígono marcó una época en el fútbol español con su particular pose en el terreno. El conjunto verdiblanco, el Real Madrid, la selección española fueron las principales entidades que disfrutaron de sus servicios. Sin embargo, su amor por el equipo de La Palmera es incondicional: "El verdiblanco del Betis es y ha sido siempre mi color. Después pasé al blanco del Madrid, club al que defendí siempre con todo mi corazón. Pero siempre dejando claro, y todos lo sabían, ojo, y me respetaban, que yo era del Betis", selló.

En una entrevista mantenida con la revista 'Fútbol' de la Federación Española de Fútbol, el que fuera lateral zurdo relataba y rememoraba su marcha del conjunto verdiblanco: "Yo nunca me quise ir del Betis. Tenía 28 años y mi intención era la de retirarme en el Betis. Lo que pasa es que me tuvieron que vender. Tres directivos de entonces (Retamero, Borbolla y Salas) habían avalado de su patrimonio 100 millones de pesetas, detalle que no sabía yo. Estaba sin equipo, quedaba libre. El Madrid sólo tenía que pagar el dinero de promoción y formación. Ellos al principio me ofrecieron tres años, porque era la costumbre del club, pero yo les dije que o cinco o nada. Conmigo hicieron una excepción. Cuando lo arreglamos, le dije a Ramón Mendoza que el Betis tenía que recibir dinero. Le dije que si no le pagaban a mi equipo me volvía a Sevilla. El traspaso se cerró por 168 millones de pesetas, dicen. Nunca me quise ir del Betis. Pregunta a mi mujer. Anda que no lloraba nada. En el Madrid estaba rodeado de amigos, sí. Ganábamos títulos, sí, hasta cinco ligas consecutivas. Pero insisto, yo no quería irme del Betis. Jugar con la verdiblanca era para mí lo máximo", puntualizó.
Más allá de cuestiones futbolísticas, Gordillo habló sobre su estado de salud. Recientemente sufrió un infarto: "El uno de octubre fui de viaje con el Betis a San Sebastián. Yo me encontraba mal pero ni por asomo pensaba que era la sintomatología de un infarto. Me dolía el estómago, yo creía que eran gases, no me encontraba bien. Al regreso, al día siguiente por la tarde seguía mal, me entró un sudor frío que no me gustó nada. Y así se lo dije a mi mujer. Llamé a un médico amigo mío y le dije que me iba para la clínica. Al llegar me metieron una pastilla de cafinitrina debajo de la lengua, me trasladaron a la UCI y me monitorizaron. Yo estaba extrañado, pues había llegado por mi propio pie. Estando allí me pegó un dolor terrible en el pecho. Tuve suerte. Eso fue muy fuerte. Pareció como si un camión pasara por encima de tu pecho. Un dolor que se te queda en el pecho no sé cuánto tiempo. A mí me parecieron por lo menos veinte minutos. Una presión tremenda".