Manuel Valdivieso, un bético en la corte de los reyes Porzingis y Doncic
La vida de Manuel Valdivieso ha dado un giro copernicano. Este sevillano de la Macarena, bético, de 35 años y padre de dos niñas, ha conquistado el nuevo mundo. Del barrio del Pumarejo, a la Gran Manzana; del vetusto pabellón de San Pablo, a la grandeza del Madison Square Garden y del American Airlines Arena.
En este último, la cancha de los Dallas Mavericks, vive ahora sus días. Allí ha llegado, pasando por los New York Knicks, de la mano de Kristaps Porzingis. El pívot letón ha aterrizado en la franquicia de Texas para respaldar el reinado de otro jugador formado en España, Luka Doncic.
“Creo que Kristaps va a disfrutar mucho del básket jugando con Doncic. Lo ves en los entrenamientos y dices ¡qué bueno es! Es una franquicia con un gran staff. El dueño del club está muy involucrado y todo funciona. Además, fueron a muerte a por Kris”, explica.
Y en ese reinado ha encontrado su lugar Manuel Valdivieso, fisioterapeuta personal de Porzingis y ahora además Strenght and Conditioning Coach de los Dallas Mavericks. Si la palabra éxito se puede ilustrar con un rostro, ése es el suyo.
Tecnología casi de la NASA
Aparte de tratar como fisio exclusivo a Porzingis, ahora trabaja con Doncic, J.J. Barea o Marjanovic. Casi nada: “El jefe médico es top en Estados Unidos y el preparador físico es el mejor que he visto. Todo el trabajo está sistematizado y con tecnología casi de la NASA, con GPSs, acelerómetros, escáners biomecánicos. Es un nivel increíble. Cuando estás allí te das cuenta de por qué es la mejor liga del mundo”.
De hecho, se sonríe al hablar de los rumores de doping: “La NBA no para de hacer análisis, los controles son constantes... Lebron James está todos los días a las 8.00 en el gimnasio. Incluso llama a sus compañeros que ve que lo necesitan para que lo acompañen. Curran mucho, son muy profesionales. Si no, la liga te expulsa. Son superhombres”.
Su apuesta por labrarse un exitoso futuro profesional ha dado sus frutos: “Me arriesgué, lo dejamos todo mi familia y yo. Entonces yo no sabía lo que significaba vivir en Estados Unidos. Kris me dio su palabra de que iba a cuidar de nosotros. Yo le prometí lealtad, por eso estoy disponible para él 24 horas los siete días de la semana en cualquier lugar del mundo”.
Almas gemelas
“Estaba en Sevilla en mi zona de confort y me apetecía este reto. Mi mujer llevaba 10 años en su empresa y acabábamos de tener nuestra primera hija, pero nos liamos la manta a la cabeza”, apunta. Valdivieso recuerda que “Kris y yo somos almas gemelas. Hemos tenido los mismos entrenadores en el Caja, los mismos profesores en el Colegio SAFA de la calle Fresa, nos gustan las mismas cosas…”.
La afinidad se acrecentó en el ‘diván del fisio’ del club de baloncesto de Sevilla: “El último año suyo en Sevilla fue el primero mío como fisio. No tuvo lesiones importantes pero sí pequeños esguinces. Mi habitación siempre se llenaba en los viajes. Willy Hernangómez, Radicevic, Berni Rodríguez…pero Kris siempre venía el último a la habitación y nos quedábamos mucho tiempo hablando”.
Ahora la relación se ha afianzado aún más si cabe: “Intento separar lo personal de lo profesional, porque paso más tiempo con él que con mi mujer. A las 7.30 estamos ya trabajando. Desayunamos y comemos juntos con el equipo. Luego por la tarde lo trato a él en su casa”.
Avión privado, un camión de material...todo un ejército
Aparte está el tema de los viajes, pues el calendario NBA apenas concede respiro: “Se juega una media de más de tres partidos por semana. Hoy estás en Texas y mañana en Miami. Es una locura. Viajamos en un avión privado en el que va un camión entero lleno de material de todo tipo. Es como un ejército”.
Pocas personas conocen mejor a Kristaps Porzingis y su opinión lo retrata con mucha sevillanía: “Es para comérselo. Humilde, cercano, simpático, educado, cariñoso…Su estatus no le ha cambiado para nada el carácter y la forma de ser. Sigue siendo el mismo de siempre”.
Además, destaca su amor por Sevilla: “Le encanta. De hecho, no parece letón, parece un sevillano más. Habla español como yo, le encanta la comida, la música. Siente una unión especial con Sevilla y España. Ha venido este pasado verano y su intención es pasar por allí todos los años”.
La lesión y una recuperación "de ingeniería"
La lesión de rodilla de Porzingis (rotura del ligamento cruzado), cuando aún jugaba en Nueva York, supuso un momento muy delicado, especialmente para el responsable principal de su recuperación: “Me costó mucho asimilarlo y me pegué dos semanas casi sin dormir. La noche de la lesión la vi 30 veces por si hubiéramos podido hacer algo para prevenirla”.
“Ha sido una rehabilitación de 20 meses, un proceso muy duro para los dos. Le hemos exigido mucho y él ha sido muy disciplinado. La clave ha sido su proactividad. Hemos investigado y estudiado todos, y él el primero”, explica sobre un proceso que describe como “un rompecabezas, un trabajo de ingeniería”, añade.
La chef de Bradley Cooper
Valdivieso abunda en una travesía que ha cristalizado de la mejor manera: “Ahora está mejor que nunca, es un auténtico soldado. Pensamos cómo queríamos que estuviera, sabiendo que necesitábamos un año y medio. Investigamos su fisiología, su reacción al esfuerzo, los patrones de fatiga. Hasta contratamos a la chef de Bradley Cooper”.
“No sé cómo no me despidió. Le hemos dado mucha caña, pero el resultado es genial. Está más fuerte, más explosivo, con menos porcentaje de grasa. Su musculatura es más eficiente”, afirma.
El Strenght and Conditioning Coach de los Mavericks reconoce que “la lesión fue un reto para nosotros. En la NBA todo se basa en la ciencia. Disponemos de la mejor tecnología, pero no teníamos precedentes de una lesión como la rotura del ligamento cruzado de la rodilla en jugadores tan altos y con su estructura ósea. Yo bromeaba diciendo que íbamos a tener que crear un nuevo protocolo, pero es que prácticamente lo hemos hecho”.
"El más parecido en mecánica era Kareem Abdul-Jabaar, pero él jugaba por dentro. Kristaps se sale mucho de la zona aprovechando el buen tiro que tiene. Además, en aquella época se jugaba más lento, el ritmo era otro distinto", detalla el exjugador hispalense.
Durant lo bautizó como 'el Unicornio'
Esta es la principal explicación de que una megaestrella de la talla de Kevin Durant lo bautizara como ‘el Unicornio’: "No hay ningún jugador como él en la NBA. Sus características lo hacen especial. Lo de 'el Unicornio' surge cuando Durant lo define así en unas declaraciones sobre él. Lo entiendo como un piropo, porque el unicornio es un animal mitológico con características que no se dan en la realidad".
Al lado de ese diamante inclasificable del baloncesto, Valdivieso está encantado, aunque echa de menos Sevilla y a la familia: "Me cuesta asumir que mis padres, suegros y abuela no puedan ver crecer a las niñas. También extraño las pequeñas cosas: el café, la ensaladilla, el Pumarejo, la cerveza...definitivamente, en Estados Unidos no saben tirar la cerveza. Tengo claro que terminaremos viviendo en Sevilla algún día".
Al principio le costó vivir en Nueva York: "Criar allí una familia es una locura. Es carísimo, el frío es letal y luego ir al médico o hacer la compra puede convertirse en una odisea. Para hacerse una idea, el alquiler de un piso de un dormitorio nos costaba 4.500 dólares al mes y la guardería de mi hija, 30.000 al año".
Ahora en Dallas, la vida está siendo más fácil y disfruta de un país "que funciona muy bien". "Hay muchos españoles y la comunidad latina tiene mucha presencia en todos los ámbitos. Además, a través de la hermana de uno de los fisios del Real Madrid de básket hemos conocido a muchos españoles", apunta.
Las lesiones y su padre lo llevaron a ser fisioterapeuta
Manuel Valdivieso no logró realizar plenamente su sueño de hacer carrera en el baloncesto profesional, aunque ello le llevó a sus logros presentes: "Lo de ser fisio tuvo mucho que ver con las lesiones que padecí como jugador. Cuando pasé al primer equipo del Caja me lesioné pronto y ahí conocí a Manolo Fernández. Pasaba mucho tiempo en la camilla con él, no sabía entonces lo que iba a estudiar. Y ahí estuvo mi padre, quien me convenció de que me matriculara en fisioterapia".
Dos operaciones de rodilla, problemas de corazón, diabetes...demasiados problemas para triunfar en el baloncesto. No obstante, la vida lo ha conducido por una bifurcación del mismo camino. A través de él ha encontrado la felicidad, siempre relacionada con una canasta y un balón de baloncesto.
Grande Manuel, como persona y como profesional, cuando vuelvas a Sevilla, aquí estaremos tus amigos esperándote. Un abrazo grande