Al Betis se le ha olvidado perder
La idiosincrasia del Real Betis se ha forjado históricamente a partes iguales entre hitos inesperados y decepciones evitables, y el de Pellegrini no podía ser menos. Sólo que para bien. Incluso es capaz de aunar esa idiosincrasia en un mismo partido. En mitad del sueño europeo, irrumpió ante el Deportivo Alavés la vigilia con la pesadilla de una primera parte horrenda. Pero, increíblemente, pese al harakiri de esos 45 minutos, salió triunfante, para seguir alimentando el sueño europeo. No es ya ganar, ganar y ganar. Es que al Betis se le ha olvidado perder.
Y casi empatar. Si no lo hizo ante el Alavés en un partido que se le puso en chino desde el inicio, parece difícil que lo haga muchas veces en lo que resta de temporada. Remontó con una lección de amor propio que debe multiplicar la confianza de sus aficionados. Soñar con Europa no sólo resulta legítimo, sino que es absolutamente lógico, visto lo visto.
Con razón desconfiaban muchos aficionados béticos del choque de la 26ª jornada. El Real Betis es así y así hay que quererlo. Cuando todo pinta de colores, ahí puede fundir a negro. Cuando todo rezuma oscuridad, ahí es capaz de abrazar la luz. Un 2021 casi inmaculado, con una sola derrota ante el mejor FC Barcelona de esta campaña; tres victorias consecutivas, cada vez más aferrado a la lucha por estar en Europa...y enfrente un Alavés acorralado por la sombra del descenso e inmerso en una serie de tres derrotas con diez goles en contra.
El Betis se desfiguró él solito en la primera parte
Abelardo rezando y Pellegrini apelando al único partido importante, el del Alavés. Con razón, también. Parece que el chileno lo veía venir. Y vino, porque su nuevo Betis se desfiguró él solito en poco más de veinte minutos. No tuvo que hacer mucho el Alavés más allá de encerrarse en su campo con orden y esperar los fallos ajenos. Primero fue Sidnei con un mal despeje y una imprudente falta. Luego, fue la barrera en esa misma falta. Y un cuarto hora después, una pérdida en el mediocampo y el infortunado resbalón de Miranda.
Demasiadas concesiones, a priori. Porque, habiendo mejorado una barbaridad, este Betis tampoco es, al menos todavía, una máquina imparable de hacer fútbol. Y menos si se le mete en el cuerpo el terror por la debilidad reaparecida. Pellegrini le ha cambiado el espíritu, lo ha convencido de una idea y está maximizando los recursos de que dispone, pero no puede hacer desaparecer los errores con una varita. O sí, porque más que ingeniero, empieza a parecer mago.
No negocia la lucha
Y psicólogo porque ha conseguido prohibir en sus filas el desánimo, anular la rendición. Hubo más errores después, pero el Alavés ya no tuvo tanto acierto. Este Betis no negocia la lucha. Más de ésta que de calidad, y los retoques de Pellegrini en la segunda parte, le bastaron para engancharse al partido con media hora por delante.
Tras el penalti anotado por Borja Iglesias, que sigue reconciliándose con el gol, llegó el aluvión de fe hecha victoria por Joaquín y de nuevo el otrora negado delantero. Un año después de aquel triunfo catártico prepandemia ante el Real Madrid, el beticismo ha vuelto a vibrar, ahora desde casa, con una idiosincrasia que parece cambiar para bien. Y no puede remediar soñar.
No veo por aquí al del azote