La vida sin móvil, el fútbol del pueblo
El Betis vuelve a ser del pueblo, de su gente, de los béticos. Como siempre debió y debería ser. La imagen que encabeza la noticia ilustra a las mil maravillas el momento que atraviesa la entidad. Un equipo donde lo verdaderamente esencial ocurre sobre el terreno de juego. Qué más da las dudas que puedan surgir, a quién le importa lo que digan, la incertidumbre perpetrada en verano o las voces que lo dieron por muerto... Él siempre se levanta para regocijos de los suyos.
El gol de Borja Iglesia refleja a la perfección lo que es este Betis. Alegría, pura pasión, locura y desenfreno. Las caras de felicidad, el niño saltando, el abuelo emocionado, los besos robados... Los gritos, las palmas y el compás. Ni un solo móvil. No hace falta. En el fútbol de verdad los momentos se disfrutan y los recuerdos se guardan en la memoria.
Porque los recuerdos son una forma de aferrarte a las cosas que amas, las cosas que eres, las cosas que no quieres perder. Para que así sean efímeros, más intensos, más dulces todavía. De poco sirve grabarlos o desviar el foco, lo importante está ocurriendo ante tus ojos. Y debes saber saborearlo.
Hay quien dice que en esto del fútbol no hay justicia. Desde hace décadas muchos aseguraban que le debían una al Betis. Igual se la están devolviendo. O no. Seguramente se lo haya ganado él mismo. Tener el entrenador más ganador de la historia no es casualidad. Ser de los equipos de Europa con mayor porcentaje de triunfos, tampoco. Pero pocos por aquí merecían más satisfacción que la actual. Un título, dos años seguidos en Europa, soñando con la Champions... Nadie lo necesitaba más que aquellos que estuvieron una vida entera luchando. Los que hasta en el infierno encontraban un motivo por el que seguir peleando.
Una afición que hoy sí reconoce a los que lo defienden sobre el verde. Una hinchada orgullosa de su equipo. El que nunca se rinde, siempre aprieta y deja la última gota. Lo tiran y se levanta. Una y otra vez. Hasta sufriendo se encuentra cómodo. Como diría aquel, la lucha no se negocia. Un Betis estético pero también correoso, aguerrido y hasta con esa pizca de picardía que tan de menos se echaba. Un Betis que pocas veces da un balón por muerto, que jamás se da por vencido. Nunca rebla. Una plantilla que, ahora sí, defiende a capa y espada el tesoro que guarda bajo su pecho. El Betis que tanto querían los béticos.
Ante todo del pueblo
Mi más sentido pésame para azotin y la ratilla, pues en BALONCESTO somos CAMPEONES DE ANDALUCIA, así que a la venta.