Ruibalinho enciende la mecha bética de El Gran Derbi
Se llama Aitor Ruibal, pero desde este jueves sus amigos lo llamarán Ruibalinho. El todoterreno de Pellegrini encendió la mecha bética de El Gran Derbi del domingo ante el Sevilla FC resolviendo (3-0) el último partido de la fase de grupos en el C de la UEFA Europa League. Dos goles suyos, el primero para poner en su correspondiente marco, acabaron con el Helsinki y brindaron a la afición el mejor presagio, el mejor motivo de fiesta, la mejor manera de preparar el choque de eterna rivalidad sevillana de LaLiga Santander.
El Villamarín acabó el partido como lo empezó: cantando a capella el himno y entregado a los hombres que lo están llenando de gozo desde el césped hasta el último anfiteatro. Ya lo dijo Pellegrini en la previa: "Si hay una manera de preparar el derbi es jugar bien ante el Helsinki". El Betis lo goleó y puso a tope a su afición, a pesar de que tardó su ratito en jugar bien.
Resulta tremendamente difícil motivarse cuando no hay nada en juego, pero la palabra de Pellegrini hace raya en este nuevo Betis que ha creado. El sabio chileno avisó en la previa de que la mejor manera de preparar El Gran Derbi del domingo ante el Sevilla FC era jugar bien ante el Helsinki. Le costó hacerlo a los suyos, que al principio parecieron tomarse el choque de UEFA Europa League más como una sesión de activación por crioterapia que por buen juego.
Saltó al césped un Betis frío como un parking de la periferia de Helsinki en enero. Algo lógico sin estar en el once ninguno de los dos jugadores bendecidos por el chileno para predicar su filosofía. Todo es más difícil sin Canales y Fekir. Y mucho más sin ninguno de los dos, algo que pocas veces ocurre. Tampoco ayudó el planteamiento del rival, con nueve jugadores haciéndole sombrita al portero y dejando a Malik Abubakari como Gary Cooper.
Más Ruibalinho que Ruibal
Lo cierto es que un Betis lento, áspero y sin verticalidad apenas ofreció más allá de los detalles prometedores de Luiz Henrique hasta que apareció Aitor Racial, que diga, Ruibal. El pundonoroso y versátil futbolista bético jugó ayer más adelantado y a pierna cambiada por la izquierda. Lo mismo le da, al muchacho. Y más pareció Ruibalinho que Ruibal. Cuando los béticos empezaban a contagiarse del frío del país del rival y del partido de los suyos, Aitor se sacó de la manga un jugadón con control orientado casi de tacón, subsiguiente caño y derechazo al sitio. Ahí, de verdad, ha empezado ya el derbi para el Betis.
Ya el fresco era más caliente, más propio de lo que se espera el domingo en Heliópolis para recibir al eterno rival. El Betis se serenó, se activó y, tras un jugadón de Rodri que pudo acabar en gol de bandera, otra vez Aitor apareció para calentar el ambiente. Otro gol completamente distinto al anterior, de delantero pícaro, acabó con lo poco que había de partido y le dio otro motivo al público para pensar con más emoción en la cita de eterna rivalidad sevillana de LaLiga Santander. Trámite resuelto con más eficacia que fútbol.
Con los cambios llegó el mejor Betis
El fútbol ya se dejó para la segunda parte, donde una vez más Pellegrini mostró lo importante que es la mano de entrenador. La suya, al menos. Retocó el sistema, echó para atrás a Willian José, sacó a Borja Iglesias y, sobre todo, sacó a Canales. Volvió la versión más vistosa del Betis, mientras la afición cogía eco en modo derbi. El Helsinki, recién proclamado campeón de su país, cerraba la temporada hasta febrero que vuelve su liga y tampoco se iba a meter en mucho, que bastante estaba haciendo con no llevarse una tómbola de balones en la red.
¿Le quedaba algo por hacer bien a Pellegrini? Sí, claro, siempre. Le dio sus minutitos a Fekir, activación de magia, que se llama la cosa. Y también los suyos a Dani Pérez, una de las grandes promesas de la cantera verdiblanca, para que se vaya empapando de lo que puede ser su padrenuestro futbolístico en un futuro no muy lejano.
Todavía dio tiempo a ver detalles del niño y de que Fekir aprovechara el regalo de Borja Iglesias para abrochar el marcador. Buen fútbol, goles, ocasiones, diversión en la grada...una fiesta de Europa League con carteles para lo que los aficionados béticos quieren que sea lo del próximo domingo. Eso se verá, porque un derbi siempre es un derbi y el Sevilla no es el Helsinki, Pero la predisposición, desde luego, no puede ser mejor para que la felicidad se prolongue.