La Champions se muere en el alma sin gol

Cuando un amigo se va, algo se muere en el alma, según la prehistórica sevillana. Y en tiempos de Feria de Abril, la ilusión de estar en Champions se muere en el alma de los béticos cuando el gol se va. Se le ha ido un poco al Betis en este tramo final y es lo único que le faltó para lograr un triunfo que le hubiera acercado a tres puntos de su inmediato rival, la Real Sociedad (0-0), que empató en el Villamarín. Pese a darle la vuelta al encuentro después de una primera media hora nefanda, no materializó ninguna de sus ocasiones claras y se queda a seis  de los donostiarras, con el Villarreal acechando y el Athletic embalado.

Probablemente lo mereció en una buena hora de partido frente a un rival al que dominó todo ese tiempo. Al menos se queda con el goal averaje favorable en caso de empate final. En los siete encuentros que restan tratará de enjugar esa diferencia, aparte de intentar asegurar un puesto en la Europa League.

Que el Betis está llegando justito al final de LaLiga Santander lo ven desde un avión, como decía mi padre. Se notan muchísimo las ausencias y más cuando enfrente está un señor equipo como la Real Sociedad, que juega bastante bien al fútbol desde una premisa de intensidad exacerbada. Manuel Pellegrini se debe a sus rotaciones y probablemente sea la clave de la supervivencia del equipo en la lucha por objetivos más allá de a los que su plantilla pudiera aspirar legítimamente, por potencial económico y futbolístico. Pero condicionan, tela.

Mala primera media hora

En una auténtica final por agarrarse a los puestos Champions, al Betis le condicionó el once durante muchos minutos en la primera parte. Concretamente, durante veintisiete, que son los que tardó en tirar a puerta y zafarse del dominio vasco. Lento, impreciso, nervioso...porque la Real Sociedad lo cogió por el pescuezo a través de la pelota y lo metió en su campo, donde se jugó prácticamente la primera media hora. Es verdad que con apenas ocasiones claras para los de Imanol Alguacil. A partir de ahí, Ayoze y William Carvalho comenzaron a funcionar y las pocas, aunque más claras, fueron para el cuadro verdiblanco.

El Betis había hecho lo más difícil: sacarse la piraña de los pantalones. Y como Pellegrini estaba más contrariado que Spiderman en un descampado, metió la famosa mano de entrenador, que este hombre la tiene. Y santa. Cambios ofensivos y para mejorar la creación de juego. Para ir aún más a por el partido, vaya. Porque sólo le valía el triunfo para no ver disipada casi del todo la ilusión de Champions.

Mano de entrenador

No es que Borja Iglesias y Luiz Henrique se salieran del pellejo, aunque sí permitieron al Betis jugar con mayor verticalidad; e incluso cimbrear el árbol del juego donostiarra, incomodando a los centrales, abriendo el campo y facilitando los apoyos en el toque. Y, sobre todo, la salida de Guardado retrasó a William Carvalho, lo que ayudó a que el fútbol fluyera y a que Canales se activara.

El choque empezó a parecerse a lo que se esperaba de él, disputado y con más fútbol. Sobre todo por parte del Betis, que fue monopolizando el balón y cogiéndole el gusto al área de Remiro. Lo contrario de la primera media hora, demostrando que se repone casi siempre y mitiga sus debilidades. En grandísima medida por tener un entrenador top de verdad.

El chileno le restituyó la esencia a su Betis hasta el punto de anular a la Real Sociedad. Guido se hizo grande en mediocampo, mientras Carvalho movía el cartón. Canales volvió por sus fueros y Ayoze siguió por los suyos, los de un futbolista excepcional. Las bandas hacían daño y las ocasiones se sucedieron, con Rui Silva viendo el partido desde su portería. Pero el gol no llegó y la ilusión de la Champions se difumina.