El adiós de la muñequera negra
Miguel Linares fue una de las apuestas decididas en el mercado de verano que precedió el ascenso del equipo carbayón a Segunda división y vaya si lo justificó. Ya no con goles; que también, si no con implicación y esfuerzo, convirtiéndose en uno de los ídolos del oviedismo en los últimos años. El delantero aragonés abandona el Real Oviedo cuatro años después, con la cabeza alta y el reconocimiento de todo el Tartiere.
En la retina de los aficionados azules quedan muchos momentos, pero uno que posiblemente prime sobre los demás; destronando incluso los partidos ante el Cádiz por el ascenso a Segunda. El partido de Astorga siempre estará vinculado a la figura de Miguel Linares por la simbología que guarda aquel encuentro. Un partido que en lo deportivo no fueron más que tres puntos ante un rival de la zona baja (con gol de Linares), pero que en lo extradeportivo resume lo que ha pasado el oviedismo en los últimos años. El salir del barro y abandonar el fútbol no profesional.
Fueron 52 las veces que la muñequera negra se alzó al cielo en los cuatro años que Miguel Linares estuvo en el Real Oviedo. Quitando el primer año, en los tres siguientes siempre partió como delantero teóricamente suplente, pero el trabajo y el empeño le acabaron dando los minutos suficientes para hacer lo que mejor sabe; cazar goles.
Como así lo hizo en el último encuentro en el que vistió la elástica carbayona, demostrando una vez más esa fuerza de voluntad que le caracteriza. Después de fallar un penalti y llevarse pese a ello una de las ovaciones de la temporada; no cesó hasta conseguir el gol, cuando cualquier otro habría quedado fuera de combate.
Miguel Linares se va, y con él el penúltimo ídolo del oviedismo. Seguramente vuelva al Tartiere, con otra camiseta y seguramente también se vuelva a ver una muñequera alzarse entre los brazos de los jugadores.