El técnico del Real Oviedo, Juan Antonio Anquela, decidió cambiar el esquema, y pasar del 4-3-3 habitual hasta este domingo al dibujo con el que la temporada pasada se encontró el bien el equipo, de tres centrales y dos carrileros. Este cambio no se esperaba y de ahí que causara relativa sorpresa cuando se dio a conocer el once del Real Oviedo.
Un cambio de sistema que viene motivado por mejorar las sensaciones defensivas. El Oviedo únicamente había conseguido hasta este partido dejar la portería a cero una vez, y los equipos rivales estaban penalizando sobremanera las llegadas al área azul. Eso cambió ante el Albacete. Los de Ramis tuvieron solo una ocasión clara, a la salida de un córner, y no dieron sensación de agobio al Oviedo. La forma de llegar al área rival también cambia con este dibujo. Mossa y Diegui tienen más presencia cerca de la portería contraria y Saúl y Bárcenas más capacidad para asociarse por dentro.
El Oviedo recordó por momentos al buen Oviedo de la temporada pasada, con una presión alta muy intensa, que dio frutos en varias ocasiones, impidiendo una salida limpia del balón por parte del Albacete. El arranque de la segunda mitad fue un claro ejemplo de intensidad y de explotar los recursos del nuevo pero conocido dibujo.
Un esquema que habrá que ver si llegó para quedarse o si fue una solución puntual y en el que no importó el hecho de tener hasta tres hombres lesionados en la zaga. Javi Hernández asumió los galones que le dio Anquela, y cuajó un notable partido junto a Forlín y a Christian.