El miedo a las alturas castiga al Oviedo
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Seoane adelantó al Oviedo y Gabri igualó para el Mirandés en la recta final
La tercera consecutiva no pudo llegar. Estuvo muy cerca, pero al Oviedo le entró el miedo escénico a situarse a un punto del ascenso directo. Los de Luis Carrión se adelantaron en el primer tiempo por medio de Seoane pero vieron como se le escapaba el triunfo cuando estaba prácticamente hecho. Gabri igualó para los visitantes en la recta final.
La primera parte sólo tuvo un color. El Real Oviedo dominó de principio a fin y llevó el peso del partido desde el inicio, ante un Mirandés ordenado que buscaba atacar tratando de pillar desordenado al conjunto carbayón. Muy pronto pudo llegar el primero de la cita. Sebas Moyano se sacó de la chistera un recorte precioso y un disparo que el meta visitante tuvo que solventar con un gran paradón. Era el primer aviso.
El Oviedo continuó dominando, con un Colombatto muy activo en la sala de máquinas y una línea ofensiva enchufada. Hasta que llegó el jarro de agua fría. Lo protagonizó Luismi, quien se marchó lesionado y entre lágrimas del terreno de juego. Una imagen que habla por sí sola y ante la que es inevitable ponerse en lo peor. Las pruebas médicas hablarán. En su lugar entró Jimmy.
Mientras tanto el Oviedo seguía a lo suyo. Centros laterales en busca de un rematador. Uno casi lo caza Masca, pero no acertó. Hasta que apareció Seoane. Bretones, que no había estado muy participativo hasta el momento, puso un centro con música al corazón del área y ahí apareció Seoane libre de marca para rematar a media altura y abrir la lata. Buen gol, 1-0 y locura en las gradas del Carlos Tartiere. Era el premio al trabajo realizado.
Segundo tiempo de infarto
En el segundo acto el Mirandés salió al campo con otra actitud. Ante un Oviedo algo más relajado tras el gol, trató de acercarse a la portería de Leo Román a través de aciones por los costados y centros laterales. Eso sí, sin demasiadas ocasiones claras.
Pero poco a poco fue tomando las riendas del partido, a la par que los nervios iban haciendo acto de presencia en el conjunto carbayón. Las llegas iban convirtiéndose en ocasiones cada vez más claras y Carrión decidió mover el banquillo. Le dio frescura al ataque con la entrada de Paulino, aunque el Oviedo cada vez se personaba más en ataque.
Leo Román comenzó a ser el protagonista de la tarde, sobre todo por su buena colocación, que en más de una ocasión salvó a su equipo. El tiempo transcurría, la afición apretaba y el Oviedo se defendía mientras trataba de salir, aunque sin claridad. Cuando más duele, en el 86', llegó el empate visitante por medio de Gabri y el jarro de agua fría para las gradas del Tartiere.
De ahí al final ya fue un quiero y no puedo en busca de la victoria. El miedo a las alturas castigó a un Oviedo que debe ya centrar sus miras en la próxima cita liguera.