Un punto más; un punto menos
La visita del Real Valladolid al Estadio Santiago Bernabéu dejó un regusto amargo en la expedición blanquivioleta. Pese al buen juego vallisoletano y las ocasiones generadas por por el equipo de Sergio, la efectividad del Real Madrid resultó determinante. Los esfuerzos y los merecimientos fueron pucelanos, el resultado, merengue. Faltó el gol para la "excelencia", como aseguró Sergio.
Con las buenas críticas en el ambiente pero sin puntos que llevarse a la clasificación, la visita de la Sociedad Deportiva Éibar al Nuevo Estadio José Zorrilla potenciaba al equipo blanquivioleta para que pudiese obtener la 'recompensa' no sumaba en la capital de España pese al evidente merecimiento.
Centrándose en el cómo y no en el qué, Sergio González apostó por una línea continuista en relación a ese último partido. Con la entrada de Óscar Plano por Antoñito Regal, previo cambio de demarcación de Leo Suárez, los pucelanos arrancaron la visita armera con la ambición de volver a sumar y la exigencia de que el halago vivido en la última semana no debilitara la propuesta ni, sobre todo, la mentalidad.
Sin grandes ocasiones
Pese a la buena dinámica de Real Valladolid y la supuesta irregularidad del equipo de José Luis Mendilibar, éste era un duelo importante para ambos. Una victoria de los vascos les auparía en la tabla por delante del equipo de Sergio. En definitiva, un duelo entre rivales directos que, pese a la idea de Mendilibar de duelo abierto, con goles y ocasiones, llegó al descanso con pocas opciones de gol que llevarse a la boca.
Con dos ideas de juego muy diferentes, Éibar y Pucela llegaron al descanso con muy poco bagaje ofesivo. Sin acierto en la combinación, el Real Valladolid no intimidó a Asier Riesgo. Mientras tanto, el equipo armero no conseguía hilar centros laterales con segundas jugadas.
Sin el acierto de ninguno de los dos dentro su estilo de juego, los primeros 45 minutos transcurrieron con un juego parejo e igualado que dejó el merecido empate inicial en el descanso.
Dos 'partidos' en 45 minutos
Sin bien es cierto que el juego estuvo igualado, los últimos minutos del primer acto fueron vascos. El equipo armero terminó mejor el primer tiempo y arrancó el segundo superando al equipo pucelano. Los de Mendilibar mejoraron la presión y dominaron el balón. Tras la reanudación, el Pucela se vio superado y casi como en ningún otro partido de la temporada.
La entrada de Daniele Verde y la expulsión de Anaitz Arbilla rompieron el partido en los últimos minutos
Tocaba sufrir y defender. Por su parte, la Sociedad Deportiva Éibar acumulaba grandes ocasiones. Charles, Cucurella, Pape Diop... Los jugadores vascos asustaban las inmediaciones de Jordi Masip. En ciertas fases de la segunda parte merecieron con creces el gol pero dos detalles cambiaron el duelo y generaron otro duelo radicalmente opuesto.
Verde y Arbilla
La entrada de Daniele Verde superada la hora de juego y, sobre todo, la expulsión de Anaiz Arbilla rompieron el duelo. Ampliaron las distancias y generaron espacios que, inicialmente, favorecían a los pucelanos. Con un jugador más sobre el terreno de juego, los de Sergio González debían dar un paso al frente pero no lo conseguían.
Los pocos metros concedidos por el equipo de Mendilibar sólo dejó opciones al Pucela de golpeos lejanos. El Éibar defendía con fuerza el área. Era un coto privado para Asier Riesgo y sólo Daniele Verde pudo probar al equipo vasco. Dos disparos desde fuera del área llevaron el miedo al conjunto vasco en un duelo que terminó como empezó.
Pese a los cambios, variaciones y vaivenes del propio encuentro, el Real Valladolid y la Sociedad Deportiva Éibar se repartieron, durante el juego, tramos de juego ocasiones y dominio y tras él, los puntos. En lo que al Pucela respecta, el empate le lleva hasta los 17 puntos. Un punto más para la salvación; un punto menos para llegar a los 42 de la salvación.