1-1: Justo e insuficiente punto en Ipurua

El Estadio de Ipurúa era la última bala de Sergio González en el Real Valladolid. La dinámica del equipo le devora casi tanto como sus últimas declaraciones. El entrenador catalán llegaba al duelo ante la Sociedad Deportiva Éibar con la necesidad de puntos y de imagen y se marchó con un justo pero insuficiente empate que no le cambia la situación a él ni saca del descenso al equipo.

La mejoría de juego y propuesta existió, es cierto, pero fue insuficiente para conseguir una victoria, la gran necesidad pucelana. El equipo de Sergio González tiene muchos problemas para tener consistencia y credibilidad y lo demuestra semana tras semana. Éibar no ha sido una excepción.

El equipo no tiene herramientas para conseguir una victoria y no ofrece una tendencia para poder creer en que van a cambiar una dinámica que hace que sólo haya sumado tres puntos de 18 posibles ante rivales directos por la salvación. El último, sumando en el Estadio de Ipurúa, no es válido para los objetivos ni, posiblemente, para el demandado cambio de tendencia y el nuevo punto de inflexión que debía conseguir el equipo en un duelo de este calibre y esta exigencia.

Un intento y una realidad

Esperando una versión intensa y luchadora del Real Valladolid, el duelo comenzaba con dos equipos parejos que dejaban espacio a las espaldas de sus defensas. En una de ellas, Sergi Guardiola superó a la defensa local y era derribado por Anaitz Arbilla. La buena jugada terminaba en un penalti que Roque Mesa aprovechaba para adelantar al Real Valladolid.

El partido tenía ese aroma que el equipo pedía y que no consiguió tener en Vitoria en ningún momento. Los pucelanos fueron superados desde el pitido inicial en el Estadio de Mendizorroza por juego. En Éibar no era así y los de Sergio González firmaron un inicio de partido más que digno.

Firmar la primera acción en cada variante del juego era lo que el Real Valladolid necesitaba y lo que firmaba el equipo y lo que, a la vez, le valía para tener una inercia positiva en el inicio del encuentro que fue la predominante hasta que el equipo local dominó el área blanquivioleta con centros.

La propuesta armera, poco a poco, se fue imponiendo en el partido llegando, incluso, a maniatar al Real Valladolid. Los pucelanos estaban a merced de una SD Éibar que dominaba el partido y que inclinaba el terreno de juego. Con ello llegaría un merecido tanto local pero, a la vez, un equilibrio del partido. Si bien los locales apretaron mucho por firmar la igualada, las ideas parecieron terminarse con el tanto de Kike García.

Detalles y más detalles

Desde ese instante, el duelo se definió por la igualdad y los detalles. El encuentro tomaba tintes muy equilibrados y sólo pequeñas fracciones del juego o detalles muy puntuales hacían merecedor a unos o a otros de una tanto y, muy posiblemente, de una victoria. En esa igualdad de creación, ideas y soluciones, Real Valladolid y Sociedad Deportiva Éibar demostraban por qué son equipos con tan pocos puntos en las últimas jornadas.

Las poca fluidez de unos y de otros obligaba a llevar el partido al tramo final y a esos 10 minutos finales en los que los detalles son diferenciales y en los que cualquier error cuesta muy caro.

En esa fase, los pucelanos cometieron más errores y estuvieron menos precisos. Con ello, la sensación final es que los locales perdían dos puntos y que los blanquivioleta sumaban uno. Es un ejemplo claro de que la dinámica era aquella que hacía pensar en que los vascos estaban más cerca de la victoria en un duelo muy igualado en todo. En calidad, fluidez, ideas, rendimiento y tendencia.