1-1: Otro insuficiente y pobre empate del Real Valladolid

Sergio González en la previa aceptaba el término "final" para analizar el partido que iba a disputar el Real Valladolid ante el Elche CF. Iniciar el duelo en zona de descenso, por muy condicionada que esté la tabla, es una losa para cualquier equipo cuando quedan apenas siete jornadas, y los pucelanos no son diferentes. Por ello, el duelo del Estadio Martínez Valero era capital.

Ante esa importancia, la exigencia era máxima y, por ello, la decepción tras el partido es total. Pese al empate. Después de los primeros 45 minutos firmados por el equipo la sensación ya era muy negativa pero todo se aumentó y se multiplicó al ver la poca capacidad de respuesta del equipo en el juego y en un mal partido que el tanto de Lucas Olaza no puede disimular.

El Real Valladolid no estuvo al nivel de lo que pide una "final" ni en la base de sus exigencias. Por ello, y pese a que Lucas Olaza salvaba un punto en los últimos minutos del partido, la realidad no saca de pobre a un equipo que sigue sin ofrecer herramientas para tener esperanza en una mejora digna de una salvación en LaLiga Santander.

¡Qué camino!

En esas declaraciones previas al encuentro, Sergio González habló de no centrarse sólo en los resultados. El catalán quería mirar el camino que iba haciendo y trabajando el equipo y éste, tristemente, es débil e inconsistente. La irregularidad es el término principal que define a este Real Valladolid tal y como se vio en la derrota (1-2) ante el Granada CF.

Con el peso de aquella dura derrota y tras sumar sólo una victoria y nueve puntos en los últimos 13 partidos, la realidad pucelana se centraba en su capacidad de proponer, de superar al rival y de ganar. Eran tres exigencias que le iban a llegar al 'todo o nada' y el partido desde bien pronto marcó que el camino era el incorrecto.

Un mal inicio, una mala adaptación y una nula respuesta hicieron que los de Sergio González se mostraran inoperantes en los primeros 45 minutos. Débiles en los duelos individuales e inconsistentes de forma grupal, los blanquivioleta encajaron en el minuto 22 en una acción que define mucho al equipo y que dilapidó muchas de las esperanzas pucelanas.

Éste, un grupo que como dice su entrenador se derrumba ante goles que, incluso, le anulan al rival, no estaba bien pero se ahogó tras el tanto de Fidel Chaves. Desde ese momento los pucelanos se bloquearon. Sin ideas, el equipo tiró casi 40 minutos del partido. Nada cambiaba pero nada variaba por demérito del equipo y de su entrenador.

Cinco cambios; nada nuevo

Los pucelanos no estaban siendo superados, es verdad, pero sí que estaban muy lejos de igualar el partido. Desde el tanto ilicitano hasta el minuto 63, cuando Sergio González introdujo tres cambios, el equipo no mostró nada. Nada de nada. Ni ocasiones ni, tampoco, un mísero intento. El equipo estaba lejos del empate porque a los pucelanos les pesaban las piernas y la cabeza no parecía darles las ideas que necesitaban.

Sin efecto del paso por vestuarios al ver el mismo equipo tras la reanudación que en los primeros 45 minutos, la entrada de Jota Filipe, Marcos André y Míchel Herrero era la baza de un equipo que variaba sus nombres pero no su idea. Mismo esquema para, casi, misma ejecución.

Insuficiente

La esperanza es lo último que se pierde pero se tienen que dar unas condiciones que Sergio González, objetiva y honestamente, no crea. Buscando lo mismo, en propuesta, cambios e ideas, es imposible que la situación cambie y varíe mínimamente, y esto es lo que ha confirmado Sergio González en el Martínez Valero. Para el partido y para la temporada.

Las ideas del entrenador catalán están caducas para el equipo. Se demostró con la mala lectura y utilización de los cambios y lo es, a nivel global, con la utilización de los recursos que tiene. Por ello, el equipo está como está pese al empate sumado en Elche.

El camino no es el correcto y el empate es insuficiente. Lo conseguido no saca al Real Valladolid de pobre y lo ofrecido no genera esperanza. Por ello, la visita a Elche no genera el 'todo' ni la 'nada' pero sí que aumenta la agonía blanquivioleta.