Diamanka acaba con el sueño del Zaragoza
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Así vivimos el partido en directo
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El gran papel de la afición tras el partido
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Natxo: "Solo queda llorar y pasar el mal trago"
No era un partido fácil de encarar para el Real Zaragoza, que se presentaba en una Romareda a reventar con la balanza desequilibrada a su favor tras el gol de Zapater en Los Pajaritos.Tampoco era un sábado cualquiera, aunque la arenga de Al Pacino a sus tiburones de Miami bien podría aplicarse a los leones de Natxo González. "Pulgada a pulgada" y todo de cara, pero con los nervios invisibles propios de una vuelta de semifinales de playoff. Enfrente, un Numancia al que solo le valía marcar cuanto antes, y que sin embargo, dio la puntilla al final.
El técnico vasco introdujo varias novedades en su alineación: Grippo y Mikel pareja de centrales, Febas ocupando una de las aristas del rombo y Toquero como acompañante de Borja en la línea más adelantada. Verdasca, Ros y Pombo, los damnificados por dicha vuelta de hoja. Un encuentro donde el control de las emociones se antojaba crucial, uno de los elementos de más difícil gestión en el contexto donde se encontraba ubicado el zaragocismo, tanto en la grada como en el césped. Algo que pesó ante un inconmensurable Aitor y el 0-1 de Iñigo Perez.
De poder a poder
Himno a capella, bufandeo, emoción para abrir boca. Lo típico. Desde el minuto uno, intensidad por bandera y a comerse el césped. El partido comenzó como la alineación de Natxo predijo. Benito muy abierto, Zapater ocupando su lugar en la salida de balón, y pases más largos que de costumbre aprovechando el juego aéreo de Toquero y Borja. La pelota la quería más el Numancia, empujado por la descompensación del marcador de la ida. Sin embargo, la presión del conjunto blanquillo equilibraba posesión y fuerzas.
Pasados los cinco minutos el equipo de Arrasate sufrió el primer varapalo. Uno de sus principales estandartes en ataque, Unai Medina, se retiraba del terreno de juego cojeando y saltaba al césped Nacho. Un contratiempo que los maños aprovecharon lanzándose a la portería de Aitor e incrementando el control del partido. Papu, Borja y Toquero se ataban los machos ofensivos y empezaban a asustar. Febas adquiría protagonismo en el juego interior, propiciando las primeras faltas y talascadas que encendían al graderío. Érase un hombre pegado a un balón. Y un árbitro al que le costaba llevarse la mano al bolsillo.
Tocaba defender y Simone Grippo activó el modo torre para llevárselas todas, hasta a los fotógrafos postrados detrás de la publicidad de línea de fondo si hacía falta. A pocos metros del suizo, Mikel hacía de su anticipación un sallo. Buena defensa y ataque algo esbafado, pero partido controlado. A los 20 minutos llegó la primera buena ocasión local. Lasure recuperó un balón en el centro del campo, Papu lo bronceó y Borja, algo escorado, la puso al centro área. No tuvo más repercusión, pero los síntomas daban positivo.
El pelado de la clase, Gaizka Toquero, desahogaba el barullo con sus cabalgadas. Robo y a correr. De este modo, los maños cogían aire, pero no inquietaban en exceso. El Numancia estaba cómodo. Tan cómodo que Diamanka merodeaba por el balcón del área aragonesa, dejaba el balón atrás a Nacho, y este probaba a Cristian enviando el balón al palo. El susto de la media hora. Un minuto de silencio, y a seguir. Aunque los nervios y el ruido de la madera aún se percibía en las piernas zaragocistas.
Al Zaragoza le costaba madurar las jugadas, el balón pasaba directamente de la defensa a la delantera. La conexión Mikel-Borja, la más destacada. Se echaba de menos al centro del campo, muy ocupado y presionado. Y es que cuando aparecía, el Numancia sufría: Eguaras, Febas... Argumentos de sobra. Borja Iglesias, tras recibir, se daba la vuelta y optaba por su individualidad en el cuerpo a cuerpo. Otra vía de escape, por la que el Numancia recibía su segunda amarilla.
Los sorianos también tuvieron su momento. Markel, aprovechando la huida de Nacho al área y el acompañamiento de Lasure, metió un balón al área muy peligroso que Higinio cabeceó alto. Mezcla se sensaciones. El partido no estaba para nadie y estaba para todos. Los dos equipos pidiendo la hora, pero el con el Zaragoza atacando. Reverso de Toquero, centro atrás y remate de Zapater a las manos de Aitor. Buena ocasión en la réplica. Así llegó el encuentro al descanso, con un desgaste físico espectacular.
Diamanka, verdugo de su ex equipo
Nada más comenzar la segunda el Zaragoza pudo sentenciar. Zapater, tras una jugada de combinación con Borja Iglesias, se plantaba solo delante de Aitor. Todo el mundo se levantaba para celebrar, pero el balón se fue rozando el palo largo del arco numantino. Demasiado perdón. Lo agradeció el Numancia, que por medio de Diamanka entrometía la supervivencia blanquilla.
Nadie escondía sus armas. Los maños trataban de aprovechar la necesidad soriana. El cuadro de Arrasate comenzaba a abrirse y a “jugársela” un poco más. Se veían muchos más espacios, que esperaban la magia de Febas, Papu y compañía. De este modo, el Zaragoza se volcaba, y aunque el castigo se hacía esperar, el Numancia sufría como nunca en los 140 minutos de eliminatoria que marcaba el cronómetro.
De nuevo salió a relucir la conexión Mikel-Borja. El ariete se la dejó en bandeja a Papu que venía como un tiro por detrás. Aitor, otra vez vendido, salvaría su equipo con un pie milagroso. Se empleaba a fondo el guardameta, mientras el 1-0 se acercaba a pasos agigantados. Los maños no paraban de perdonar ante Aitor, que ni un santo le igualaba la tarde. Doble ocasión: primero Borja y después Papu. El rechace del disparo del gallego le cayó al georgiano, que la envió fuera con todo a favor.
El asedio continuaba y Borja Iglesias la volvería a tener. Un no parar. Esta vez, dribló hasta el portero, pero el regate se le fue un pelo escorado y no acertó a batir de una vez por todas la meta. Y como suele pasar, el que perdona la paga y el Numancia se puso 0-1. Iñigo Pérez, desde el balcón del área, se sacó un latigazo al lado izquierdo de Cristian y perforó la portería. Batacazo importante el que sufría el Zaragoza, que se pegaba contra una pared llamada Aitor y los vecinos daban la vuelta a la eliminatoria.
Cambiaban las tornas. Ahora eran los locales los que necesitaban un gol como el comer. No era la tarde de Borja Iglesias de cara al gol. Era evidente. Dispuso de varias ocasiones, de cabeza, aun rematando solo en el área, tampoco las conseguía dirigir. Se juntaba todo. El Numancia podía sentenciar, Cristian paraba, y otra vez Aitor, que se merecía una estatuta en los aledaños de Los Pajaritos. Pombo, duro y por bajo, tampoco tuvo fortuna.
Y de una mano en el área del Numancia que Cordero Vega no estimó suficiente para señalar penalti, nació el gol del Zaragoza. Papu puso el córner, una cabeza endiosada la peinó, y Borja, entre una mezcla de acrobacia y remanguillé, superó por fin a Aitor por alto, el balón pegó en el palo y Mikel la ayudó para que entrara. Se alinearon los astros, también para que Escassi no acertara de cabeza un minuto después. Minutos de locura, tensión e incredulidad.
Al Numancia no le temblaban las piernas, que también hacía de las suyas en campo rival. Guillermo, en el área pequeña, pudo hacer el segundo con un par de punteritas que descifró Cristian a bocajarro. Ida y vuelta. Pim, pam, pum. El encuentro asumía todos los adjetivos validados por la RAE. Y cuando al partido se le ponía el color de prórroga, llegó el cabezazo de Diamanka.
Nadie fue capaz de sacar el balón del área tras un córner numantino, en uno de los rechaces le cayó el balón a Iñigo Perez, que la puso de estrangis con la zurda y la remató el exzaragocista. Con el gol del africano se acabó el partido, el Zaragoza fue eliminado, y La Romareda reconoció el esfuerzo de los suyos. A grito de 'Volveremos', el Zaragoza despide la temporada 2017/18.