Esnáider y el sueño de ascender con el Real Zaragoza

El Real Zaragoza vive dos realidades paralelas. Por una parte la actual, en la que el equipo se encuentra inmerso en la lucha por evitar el descenso de categoría en LaLiga 1|2|3. Por otra, la del recuerdo, cuando se cumplen 25 años de la Copa del Rey que inició un ciclo triunfal para el club que se cerraría un año después con la conquista de la Recopa.

Dos títulos y una plantilla para el recuerdo en la que destacan muchos nombres, pero que contaba con un jugador diferencial de cara a la portería rival, Juan Eduardo Esnáider. El delantero argentino, extremadamente joven por aquel entonces llegaba del Real Madrid para poner a prueba sus capacidades en el fútbol profesional. Dos campañas en las que anotó 16 y 26 goles respectivamente en todas las competiciones disputadas, dejando, entre otros, un gol maravilloso en la final de París.

Un recuerdo que no se le olvida al de Mar del Plata y que ha tenido ocasión de recordar, como parte de una extensa carrera en una entrevista para el podcast ‘El Iceberg’ de Rafa Sahuquillo. En la conversación ha tenido tiempo para rememorar sus inicios en el equipo blanco y su relación traumática con algunos entrenadores que condicionaron su carrera, como en el caso de su paso por el Atlético de Madrid de Radomir Antic.

No se ha olvidado de la figura de su hijo, futbolista que también tuvo la oportunidad de vestir la elástica blanquilla y confiesa uno de sus sueños de futuro como entrenador, el de “entrenar al Zaragoza, poder ascender al equipo y tener éxito con él". Sueño compartido por muchos aficionados del equipo aragonés, que gustarían de ver a Esnáider dirigiendo con éxito al Real Zaragoza.

Un sueño que supondría todo un hito en su carrera como entrenador, que se inició como ayudante de Michel en el Getafe y le llevó posteriormente al filial blanquillo. Después, breves paso por Córdoba y Getafe antes de recalar en el JEF United Chiba de Japón, equipo en el que ha dirigido las dos últimas temporadas hasta el pasado mes de marzo en el que dejó el puesto, quién sabe, si para cumplir uno de sus sueños.