Creciendo desde la defensa
El día a día del Real Zaragoza es poco menos que vivir en una montaña rusa. Un equipo tremendamente irregular que durante las últimas temporadas ha conjugado el sufrimiento de la lucha por el descenso con la intensa emoción de tratar de volver a LaLiga Santander.
Una irregularidad que se sufre también dentro de la misma temporada. Buen ejemplo es la presente en la que se pasó de un inicio histórico a una mala racha que parecía hacer olvidar nuevamente el principal objetivo, el del ascenso. Sin embargo, la paciencia y los resultados parecen ofrecer de nuevo un horizonte halagüeño para el club aragonés.
Al margen de las sensaciones, también los números dan buena muestra de los diferentes ciclos que está viviendo el Real Zaragoza en esta temporada. Especialmente llamativos los que se refieren a la eficacia defensiva, uno de los grandes quebraderos de cabeza de Víctor Fernández, que desde que tomó las riendas del equipo a mediados de la campaña anterior tuvo claro el cambio que quería hacer en la estructura del equipo a fin de reforzar la solidez del conjunto.
El Real Zaragoza tocó fondo en Gijón
Una idea que pareció fraguar a la perfección en el inicio, en el que el Real Zaragoza se mostró como un equipo compacto y difícil de ganar, encajando apenas dos goles en los seis primeros partidos disputados. Entonces llegó el duelo frente al Real Oviedo y la estadística comenzó a torcerse. Durante tres jornadas consecutivas se encajaron dos goles por partido y, pese a frenar la sangría ante el CD Numancia, se siguieron añadiendo tantos encajados a pares hasta el fatídico encuentro en Gijón, el peor de la temporada hasta el momento, que se cerró con 4-0.
Ante un momento de preocupación, el conjunto aragonés ha reaccionado a la altura de la exigencia de un club con la aspiración de mantenerse en la zona alta. Cuatro partidos en los que se ha logrado reducir la producción ofensiva de los rivales con dos porterías a cero y encajando únicamente frente a Almería y Albacete. Una línea a seguir para mantenerse en los puestos de privilegio.