La crisis que se está viviendo a causa de la expansión del COVID-19 afecta a todos los estamentos de la sociedad. En lo deportivo, la pausa que vive LaLiga SmartBank se ha convertido en todo un quebradero de cabeza para el Real Zaragoza. Pero en lo económico, el confinamiento y la falta de actividad alcanza a todos los sectores, también al Ayuntamiento de Zaragoza.
Desde el consistorio zaragozano trata de cifrarse el impacto que se va a sufrir por la paralización de todo tipo de actividades que sirven para la financiación de la ciudad, así como los gastos extraordinarios que están teniendo que acometerse. Una estimación reciente expresada por el alcalde, Jorge Azcón, lo situaba en 15 millones, una cifra que se sigue ampliando cada día y lo hará hasta el restablecimiento de la normalidad en las calles.
Una situación inesperada que tendrá su reflejo en los próximos presupuestos de la ciudad, provocando que, en palabras de Víctor Serrano, Consejero de Urbanismo y Equipamientos, habrá que “recalcular la ruta”. Entre otros, se verá afectado el proyecto estrella de Jorge Azcón, la remodelación total del estadio municipal de La Romareda.
El problema se suma a los que ya se habían encontrado a la hora de hallar la fórmula adecuada para la financiación del futuro estadio de La Romareda y que desde el Ayuntamiento se pretende que pueda incluir el esfuerzo de todas las administraciones, tanto del consistorio como del Real Zaragoza, así como del Gobierno de Aragón y la Diputación de Zaragoza. Un acuerdo que parece todavía lejano y que dificulta observar un horizonte claro para la construcción del nuevo estadio.