Un querer y no poder
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Frente al RCD Espanyol, el Real Zaragoza iniciaba una nueva aventura en la presente temporada. La tercera, para ser concretos. Tras Escribá y Velázquez, comenzaba la era 'Víctor Fernández', y comenzaba en un escenario complicado. No por el estadio, pues La Romareda presentó uno de los mejores ambientes de la temporada, sino por el rival y la dinámica que atraviesa el conjunto aragonés. En frente, uno de los 'cocos' de la categoría, un equipo que también había cambiado recientemente de entrenador y que comenzó el partido presionando muy alto.
La ilusión desprendida por la parroquia zaragocista durante la semana vio como se comenzaba a desvanecer pronto. En el minuto 7, un desajuste en la zaga zaragocista desembocó en un quirúrgico centro de Brian Oliván, el cual remató el exzaragocista Javi Puado al fondo de las mallas. El gol del conjunto perico hizo mucho daño a un Real Zaragoza que no se terminaba de encontrar sobre el césped de La Romareda. Esto fue aprovechado por el Espanyol, que gozó de numerosas superioridades y dominó al cuadro blanquillo durante la totalidad del primer tiempo, aunque no amenazó en exceso la portería defendida por Edgar Badia.
La segunda mitad del encuentro fue distinta a la primera. El Real Zaragoza se animó y se instaló en campo rival. El dominio pasó a ser zaragocista y los blanquillos comenzaron a disponer de numerosas ocasiones para igualar la contienda. La más clara la tuvo Alejandro Francés cuando cabeceó un preciso centro de Toni Moya. El esférico superó a Joan García, pero cuando parecía que iba a traspasar la línea apareció Pere Milla con un despeje providencial. Pocos minutos más tarde, Sinan Bakis remató de manera acrobática un centro desde la derecha, pero su disparo se marchó rozando el travesaño.
Víctor agitó el banquillo e introdujo al debutante Liso y a Iván Azón con el ánimo de continuar con la constante ofensiva sobre la meta rival. El cuadro blanquillo continuaba teniendo mucha presencia en campo rival, pero sus internadas no lograban concretarse. El Espanyol, por su parte, esperaba paciente el error zaragocista para salir a la contra. El inicio de la segunda mitad marcó el devenir del resto de la misma y, con el Real Zaragoza tratando de poner el empate hasta el final, finalizó el encuentro. De esta manera, el conjunto aragonés incrementa la mala dinámica de resultados, escapándose casi de manera virtual toda opción de poder soñar.